Quizá sea esa la única forma torcida, perversa, tóxica, de reconstruir la unidad perdida en el tricolor poblano: ponerse de acuerdo en quién NO debe ser el candidato a la gubernatura. Y parece que el consenso es casi absoluto. Tan absoluto que no tienen pudor en exhibirlo y perder la institucionalidad que los caracteriza.
Y es que ayer, en la comida privada de los tricolores poblanos con los peces gordos del CEN que vinieron a la entidad para respaldar la designación del ‘Zavala de Zacatecas’ como nuevo delegado, de plano se perdieron las formas. La madriza contra Juan Carlos Lastiri fue unánime, sin una voz para defenderlo.
Según la reconstrucción de lo acontecido en el Villas Arqueológicas, y ante la presencia de Pepe Murat —el ‘Fouché’ de Enrique Ochoa Reza—, Diva Gastélum —responsable de los estados en los que el PRI es oposición—, Carlos Iribarne —Srio. de Organización—, los tricolores poblanos se dejaron ir contra el subsecretario de la Sedatu de fea forma. Y como para que la cuña apriete debe ser del mismo palo, el paisano de Lastiri, Pepe Márquez dirigió la ofensiva acompañado de Javier López Zavala.
En pocas palabras, se acusó a Lastiri de amenazar a alcaldes, regidores y liderazgos regionales para que acudieran a su destape en el Centro de Convenciones, y luego, de requerirles firmas a cambio de no retirarles apoyos y programas sociales del Gobierno federal. La tarea sucia, se dijo en la reunión, la ejecutan Alberto Amador Leal, empleado de la Sedatu; el delegado en Puebla, Juan Manuel López y otros empleados menores.
Paisanos y rivales, Márquez no desaprovechó la oportunidad de noquear a Lastiri porque traía el consenso de prácticamente todos los priistas poblanos. Ese acuerdo informal se dio la semana pasada cuando en el bautizo de sus hijos acudieron Blanca, Doger, Estefan, Urzúa, Lucero y todos los que no fueron al destape del delegado de la Sedatu.
No se sabe si para congraciarse o porque de plano Lastiri cae gordo hasta en el CEN, pero Pepe Murat Casab sacó de la jugada al subsecretario: “no se preocupen por el que anda por ahí promoviéndose que no está aquí, ni por el método para elegir al candidato, y de una vez les aclaro que el método lo pondrá el Consejo Político Estatal del PRI, no el CEN”. Nadie lo entendió como finta, por lo que el alma les volvió al cuerpo.
Y es que quizá este acuerdo –consenso– sobre quién NO debe ser el candidato, tiene un origen en el desastre que puede provocar Lastiri en un efecto ‘carambola perdedor’. La Presidencia de la República de por sí está en riesgo. Si el morenovallismo gana por tercera vez la gubernatura, ¿en dónde van a trabajar, robar, ocuparse? ¿De dónde harán grandes negocios? Sin delegaciones federales, sin puestos estatales, ¿a dónde van a parar?
Pero el efecto carambola de Lastiri pega en los rendimientos decrecientes de todo el PRI en 2018: pone en riesgo las dos senadurías, las quince diputaciones federales, los veintiséis distritos locales, y los pocos municipios importantes que gobiernan como Tehuacán, Tepeaca, Huejotzingo o Serdán. ¿Quién va a ganar si el subsecretario arrastra a todos en la derrota?
Pierde Estefan, que busca la senaduría. Pierde Doger, al que de rebote le tocaría la candidatura de Puebla capital, además de todos aquellos que busquen diputaciones locales o federales, así como presidencias municipales.
El plan de Peña Nieto, sin embargo, es la concertacesión: pagarle a Moreno Valle los favores que hace al dividir al PAN dejándole intacto su feudo. Pero contra ese plan, quizá genuinamente, hoy se rebelan los poblanos que ven venir una fatalidad inminente: la pérdida de huesos estatales y federales.
Lastiri ha unido a todos en su contra. Y ese rechazo unánime es el germen de la rebelión local contra los planes de la concertacesión ideados desde el Gobierno federal. Ya nada más falta que no les tiemblen las piernas.