No es cosa común que un priista ande armando foros de tan libre expresión que los propios asistentes sean llamados ‘ratas’, igual que los correligionarios del convocante y financiador del mismo.
A contrasentido de su biografía política, el enésimo destape de Juan Carlos Lastiri sirvió para definirlo como lo que no es, pero sí para calificar como ‘ratas’ a los priistas ante los azorados ojos de los escasos ediles, delegados federales y diputados locales que acudieron, así como ante la indiferencia de cientos de desposeídos que fueron arrastrados con la promesa de un apoyo.
Antes de definir el camino que según él lo llevará a Casa Puebla y con ánimos de disfrazar su enésimo destape, se proyectó un video del ex consejero electoral, Luis Carlos Ugalde, en el que se da vuelo criticando las prácticas clientelares que el PRI usó para ganar el Estado de México.
Prácticas clientelares de las que Lastiri es adicto desde sus tiempos como subsecretario y secretario de Sedeso en la época de Mario Marín, cuando operó el programa Unidos para Progresar (UPP) que sólo sirvió para desviar cientos de millones de pesos a la bolsa de los operadores y de la campaña de Javier López Zavala.
La base de esa tranza, los comités vecinales para definir las obras comunitarias, así como la desviación del pago de operadores mediante transferencias a universidades y organizaciones no gubernamentales, fachadas que se exportaron a nivel federal con el nombre de Cruzada contra el Hambre, el gran fracaso sexenal de Enrique Peña Nieto, en la que invirtieron millones y no movió un sólo indicador.
Decimos a contrasentido de su biografía política porque, beneficiario una y otra vez del dedazo, Lastiri se transmutó en un demócrata del ‘partidazo’.
Beneficiario del dedazo cuando fue presidente municipal de Zacatlán.
Beneficiario del dedazo cuando fue diputado local por el distrito de Zacatlán.
Beneficiario del dedazo cuando fue diputado federal, otra vez, por Zacatlán.
Beneficiario del dedazo cuando Marín lo nombró subsecretario y luego secretario de la Sedeso.
Beneficiario del dedazo cuando Marín, en su última designación, lo convirtió en dirigente estatal del PRI.
Beneficiario del dedazo cuando fue designado candidato al Senado en fórmula con Blanca Alcalá, y cuando se la quitaron por cuestiones de género y le prometieron una ‘chamba’ si Peña Nieto ganaba.
Doble beneficiario del dedazo en el Gobierno federal, primero cuando fue nombrado subsecretario de la Sedesol y luego subsecretario de la Sedatu con residencia permanente en Puebla.
¿Qué sería de Lastiri sin el dedazo?
¿Cómo hubiera construido su carrera política?
¿Qué día de su vida no ha sido beneficiario de las imposiciones y el dedazo?
Por ello, sorprende que quien ha lucrado de todas las formas posibles con el dedazo y la imposición, ahora pretende erigirse como el gran democratizador del PRI, una misión que ha asumido como de vida:
“(Vamos a) impulsar la democratización del PRI de Puebla. Democratizar es movilizar, significa nutrir al PRI con la energía, con la pasión, con la participación de todos los poblanos que ya decidieron aportar sus esfuerzos y sus sueños para el progreso de nuestra tierra. Democratizar significa retomar la raíz política de nuestra lucha y de nuestro partido: identificar y defender las auténticas causas sociales de los poblanos de este nuevo milenio”, dijo el nuevo demócrata.
El tiro le salió por la culata al funcionario federal. No sólo pagó un mitin para que uno de sus invitados llamara ‘ratas’ a los priistas, y en el que él mismo exhibió las incongruencias de su biografía política con su nueva vocación democratizadora.
Lo peor para Lastiri fue que no pudo enviar el mensaje de que la cargada está a su favor: ni un sólo senador, ni un sólo diputado federal, apenas tres diputados locales y algunos alcaldes además de Vega Rayet, su perínclito servidor, y todos a quienes les consiguió ‘chambas’ en las delegaciones o ha ayudado a conservarlas. Pero no más.
¿Dónde quedó la cargada?
Ahora, a esperar su vigésimo noveno destape….