De 65 a mil 245 tomas clandestinas en apenas seis años, el huachicol se convirtió en la actividad ilícita más lucrativa en el sexenio morenovallista, toda vez que el robo de hidrocarburo creció casi 2 mil por ciento entre 2011 y 2016 sin que Pemex o el gobierno estatal pudieran frenarlo.
Esta actividad ilícita tuvo su auge en 2015, año en el que fueron detenidos dos altos mandos de la Secretaría de Seguridad Pública estatal –encabezada en ese entonces por Facundo Rosas Rosas– cuando supuestamente custodiaban a más de 30 camionetas cargadas de hidrocarburo robado.
El recuento del sexenio morenovallista no pasa por el alto el surgimiento del Triángulo Rojo, cinco municipios que concentran el 80 por ciento de las tomas clandestinas, justo en el recorrido del ducto que viene de Minatitlán rumbo al centro del país.
Según información obtenida vía transparencia con Pemex, hasta 2014, el robo de gasolina en la entidad no era tan escandaloso, ya que mientras en ese periodo se contabilizaron 217 tomas clandestinas, para el año siguiente, el número se elevó a 785. Es decir, 261.7 por ciento más. Desde entonces, las perforaciones a los ductos ya no pararon. Si en 2011 los ladrones operaban cada 21 días, el año pasado, robaron miles de litros al menos tres veces al día, y eso, según los datos oficiales, ya que los registros en la prensa local evidencian un número mayor.
Personal de Seguridad Física de Pemex confío a CAMBIO que al día, tan sólo en los 100 metros del poliducto Minatitlán-México que cruzan en Puebla, principalmente en la zona conocida como Triángulo Rojo (Tepeaca, Palmar de Bravo, Quecholac, Acatzingo y Acajete), reciben más de 15 alertas por tomas clandestinas.
El sexenio en el que se asentaron las bandas de chupaductos
La detención de Marco Antonio Estrada López, director de la Policía Estatal Preventiva y Tomás Mendoza Lozano, jefe de Grupo de Operaciones Especiales, de la misma corporación, por su presunta relación con una banda de chupaductos en Tepeaca, derivó en el despido de Facundo Rosas como secretario de Seguridad Pública estatal. Sin embargo, lejos de que los indicadores de robo de gasolina disminuyeran, fueron en aumento.
De 2015 a 2016, ya en el periodo de Jesús Rodríguez Almeida, este delito se disparó en un 58.7 por ciento al pasar de un año a otro de 785 a mil 245 casos. Eso significa que las bandas que se dedican a este negocio están protegidas desde el poder, tal como contaron algunos vendedores de gasolina robada a CAMBIO. Las mordidas a policías estales ascienden a 5 mil pesos semanales, mientras que a los de la Policía Federal les dan hasta 50 mil pesos en caso de que los ‘cachen’ en alguna toma clandestina.
Lo real es que el delito de robo de gasolina ha generado hechos violentos en la entidad, tales como balaceras, explosión de bodegas y ductos. Además, se ha vuelto común que pobladores de Acajete y Palmar de Bravo sometan a los uniformados en complicidad con los habitantes.
La justificación que ha dado Rodríguez Almeida en entrevistas pasadas es que el robo de hidrocarburo a Pemex ya es visto como un trabajo para un grupo de poblanos, al grado que protegen a los capos al momento que se realizan los operativos, un hecho que presuntamente no ha permitido disminuir el robo.
Tepeaca, la tierra de los ladrones de gasolina
En los seis años del sexenio morenovallista, Tepeaca se mantuvo en el primer lugar en registrar un mayor número de tomas clandestinas. Cerró con 582 casos. De 2011 a noviembre del 2016, las ordeñas crecieron en un 8 mil 575 por ciento, al pasar de un periodo a otro de 4 a 347.
Tan sólo en lo que va de la administración del priista David Huerta (de 2014 a 2016), el número pasó de 48 cuando inició a 347 a noviembre del año pasado, un 622.9 por ciento más.
En 2016, este municipio también ocupó el primer lugar a nivel nacional en este delito, incluso después de ciudades de Guanajuato y Tamaulipas, en donde impera el crimen organizado.
En quebranto a Pemex, los huachicoleros que operan en Puebla, dejaron pérdidas por mil 650 millones 678 mil 544 pesos (de 2011 a noviembre del 2016), aunque sólo se tomó en cuenta las denuncias que presentó personal de Pemex por robos y no por el total de las tomas clandestinas registradas.