Mientras el país amanecía conmocionado por los detalles del sádico ataque a una familia poblana en la autopista México-Puebla que dejó un bebe de dos años muerto y a su madre y hermana violadas, y mientras en Palmarito Tochapan terminaba una noche brutal de enfrentamientos entre el Ejército y la población de dicha junta auxiliar con saldo de cuatro militares muertos, el jefe de la Oficina del gobernador, Javier Lozano Alarcón, tenía otras preocupaciones en la cabeza: exhibir a La Jornada de Oriente por mutilar una selfie de su autoría y publicarla en la portada de ese suplemento adjudicándosela como propia.
Las preocupaciones de Puebla son equidistantes de las preocupaciones del jefe de Oficina del gobierno estatal, con lo que Javier Lozano Alarcón va regando una imagen de frivolidad que contagia negativamente a la administración de Tony Gali. La indignación por la selfie mutilada para que no apareciera el senador con licencia junto a Peña Nieto y su plagio en La Jornada fueron, a juicio de Lozano, más importantes que ofrecer explicaciones a la ola de violencia que padece la entidad.
El indignado y frívolo Lozano Alarcón lanzó un tuit a las 8:41 de la mañana para evidenciar la mutilación y el plagio, y en el día en que Puebla ardió, gastó parte de su día en contestar a los tuiteros que se animaron a comentar el “suceso”, quienes en su mayoría lo tundieron. Primero lo suyo, luego los problemas de los poblanos.
El sadismo a la familia poblana ultrajada en la autopista y la violencia desatada en el Triángulo Rojo pasaron a segundo término para el jefe de la Oficina, quien movió su indignación a la red social Facebook e incluso pagó publicidad para que se ampliara el efecto de sus fobias. No pagó publicidad para difundir las explicaciones del gobierno, pero sí para difundir sus obsesiones de prima donna.
Javier Lozano es la prueba de la frivolidad que predomina en el tiempo añadido del morenovallismo que es el gobierno de Tony Gali. Es el más visible, aunque no el único, ya que su comunicación en las redes sociales evidencia a un funcionario más preocupado por exhibir sus viajes, su pasión por el deporte y su romance que en atender los problemas de Puebla.
En los tres meses de gobierno de Gali, Lozano Alarcón sólo se ha distinguido en dos momentos: cuando aplastó la mano de José Juan Espinosa en Televisa Puebla, y luego cuando cabildeó con alcaldes para amainar la rebelión por la presunta privatización del agua. Por lo primero fue golpeado en medios nacionales, y por lo segundo, su cabildeo fue infructuoso porque de todos modos tuvo que volver a reformarse la Constitución para aclarar el párrafo que inducía al sospechosismo.
Lozano es el emblema de la frivolidad creciente, pero no es el único, dado que el morenovallismo está más pendiente de la campaña presidencial de Moreno Valle y de sus propios aspiraciones que de resolver los saldos heredados por el ex gobernador, entre ellos la ola de violencia, la demolición de la ciclopista del Segundo Piso y una silenciosa pero creciente falta de recursos para enfrentar compromisos de la nueva administración.
A la misma hora que comenzaban las balaceras en Palmarito Tochapan, el gobernador acudió al Estado Universitario para apoyar a los Lobos de la BUAP en su primer partido de la final. Dos militares morían, otro cayó herido y varios civiles fueron detenidos y heridos mientras se gritaban porras, se regalaban camisetas y se tomaban selfies del festejo.
Sólo la frivolidad puede explicar el pésimo timing de la ola de destapes a favor de Martha Erika Alonso, confirmando algo que sólo era suspicacia de columna política: la hipótesis real y no ficticia de convertirse en candidata a la gubernatura para mantener en el poder al linaje morenovallista. Tan malo fue el timing que la propia esposa de Moreno Valle salió a corregir la plana para anunciar que su compromiso está en el PAN.
Es momento que Gali, a punto de llegar a sus 100 días, haga ajustes en su equipo de trabajo y valore la permanencia de personajes como Lozano Alarcón, que no suman sino restan. O se ajusta a la mentalidad de funcionario y abandona la postura de diva, o sería mejor regresarlo al Senado para que desde allá siga haciendo estropicios sin infectar a la administración que enfrenta un reto mayúsculo: corregir todos los errores y excesos de Moreno Valle sin golpear a la administración anterior.