Los priista poblanos, los pocos auténticos que quedan, llevan un año quebrándose la cabeza para entender las razones de la actitud bochornosamente blandengue de Enrique Ochoa Reza hacia el régimen de Rafael Moreno Valle: en sus ocho meses como dirigente nacional del tricolor, no ha emitido una, -ni una-, crítica al ahora ex gobernador.
La cabra que tira al monte, Alejandro Armenta, todos los días le escribe en Twitter a Ochoa Roza pidiéndole línea política para definir el papel opositor del PRI poblano, pero todos los días lo dejan en visto. Ese olímpico desdén puede significar que al presidente nacional del PRI le parece insignificante la opinión de uno de sus 200 diputados federales, o que en verdad no tiene ningún ánimo de hacerle oposición al hombre que arrolló al tricolor en 2010, 2013 y 2016.
Y entonces, para explicar la ausencia de críticas, se recurre a la teoría de la conspiración: que si los pactos nacionales con Enrique Peña Nieto, que si el pupilo de Luis Videgaray, que si la inexperiencia, que la falta de información, que si los consejos de sus asesores para ignorar a los priistas poblanos.
Pero no: en realidad, todo es más pueril.
Enrique Ochoa Reza no toca a Moreno Valle por puro agradecimiento. Agradecimiento que, debido a su intervención, en algún punto entre 2011 y 2016, pudo hacerse de cinco concesiones del servicio público mercantil mejor conocidos como taxis y así incrementar la flotilla de 50 vehículos que tiene en todo el país de acuerdo con su declaración 3de3.
Ojo: no estamos afirmando que Moreno Valle le entregó cinco concesiones de taxis como vulgar moche o prebenda. Afirmamos que el favorcito fue permitirle la compra de las concesiones pese a que la Ley del Transporte, expresamente, señala la prohibición de su enajenación.
La polémica surge al conocerse que Ochoa Reza, como integrante del equipo de campaña de Peña Nieto, recibió 18 taxis en Nuevo León por obra y gracia del entonces gobernador Rodrigo Medina, un acto que el gobernador Jaime Rodríguez ha calificado de ilegal ya que la Ley de Movilidad de ese estado prohíbe la venta de esas concesiones.
Y es que según una tarjeta informativa que el equipo de Ochoa Reza hizo llegar a Reforma, el dirigente tricolor afirma que no recibió concesión alguna de los gobernadores del Edomex, Nuevo León y Puebla, estados donde tiene repartida su flotilla de 50 taxis.
“La adquisición y puesta en operación de taxis en diversos lugares del País se ha realizado a lo largo de 18 años. En todos los casos, los taxis fueron comprados a particulares y nunca a través de concesiones otorgadas por el gobierno estatal al Doctor Ochoa. Ello dentro del marco de la Ley y cumpliendo con el pago de los impuestos correspondientes”, dice el documento. “No he recibido, ni recibiré concesión de transporte de gobierno alguno, ni de Jaime Rodríguez, 'El Bronco', ni de Rodrigo Medina, ni de ningún otro”, señala el dirigente.
Por lo menos en Puebla el dato no parece falso. En la relación de concesionarios que se hizo pública en 2011 no aparece el nombre de Ochoa Reza por ningún lado, aunque en la actualización de 2016 sí aparece el dirigente nacional del PRI. Es decir, se hizo de cinco taxis en algún momento no definido del sexenio morenovallista.
Tampoco hay bases para afirmar que Moreno Valle le entregó concesiones de nueva creación, sino que, en realidad, Ochoa Reza en verdad las compró a anteriores permisionarios.
El problema es que la legalidad de esa operación está en duda si se lee el Artículo 92 Bis de la Ley del Transporte, que refiere que no está permitida la enajenación de la concesión, pero tratándose de transmisión gratuita o por sucesión, se requiere autorización de la secretaría del Transporte.
“Los derechos y obligaciones derivados de una concesión para la prestación del Servicio Público de Transporte o del Servicio de Transporte Mercantil, no podrán enajenarse. Para cualquier tipo de transmisión a título gratuito u oneroso que se realice por acto entre vivos o por causa de muerte, se requerirá la autorización previa de la autoridad competente; su incumplimiento originará la nulidad. La persona que haya cedido los derechos de la concesión de la cual fue titular, no podrá adquirir nuevas concesiones o permisos”, cita dicha ley.
Suponiendo que la secretaría del Transporte avaló la adquisición de los 5 taxis, pese a la dudosa legalidad de la operación, ahora todo tiene sentido: el papel opositor del PRI en Puebla vale 5 taxis.
Sí: 5 pinchurrientos taxis.
¡Qué jodido!