Al barco del lopezobradorismo en Puebla le quedan escasos nueve días para zarpar. Así lo ha hecho saber el tabasqueño a todos aquellos profanos a Morena que, con todo el oportunismo del mundo, analizan la posibilidad de montarse en el tercer proyecto presidencial de AMLO como candidatos a algo, específicamente los especímenes del PRD y del PRI que han visto desfondados a sus partidos.
La consigna es clara: renuncian a sus partidos antes del 31 de marzo, o ya no podrán ser considerados para alguna candidatura. El deadline es definitivo una vez que el próximo 9 de abril se dará la firma del Acuerdo Nacional con todos los actores políticos, empresariales y mediáticos que han decidido apostar por López Obrador.
Conocedores de los plazos fijados por el tabasqueño, la mayor parte de los bucaneros que han decidido sumarse a la aventura del lopezobradorismo lo hicieron previo a marzo, entre ellos José Juan Espinosa y Nancy de la Sierra, Fernando Manzanilla, y hace dos semanas, Luis Miguel Barbosa.
En el camino se quedaron Javier López Zavala, a quien no le sirvió la patética escena de la persecución y firma del libro de Veracruz, así como Alejandro Armenta, quien todos los días le escribe mensajes a su líder nacional en Twitter y Ochoa Reza siempre lo deja en visto. En el caso del chiapaneco porque lo único que suma es desprestigio, y en el caso de Armenta, porque recapacitó de sus verdaderas posibilidades tras la rechifla al JJ y a Manzanilla.
La gran duda es si antes del 31 de marzo Enrique Doger saltará al barco del tabasqueño renunciando a la delegación del IMSS y abjurará del partido que lo hizo alcalde, diputado local y federal, pero que también le quitó dos veces la candidatura a Casa Puebla pese a ser el aspirante más competitivo. Aunque el ex rector cavila, todo indica que dejó zarpar el barco y en 2018 va a jugar en el bando tricolor.
Sin Doger, quien por su posicionamiento fácilmente podría apropiarse de la candidatura a gobernador, el póquer que tiene López Obrador para medir en las encuestas que se realizarán en junio y julio es a José Juan Espinosa, Rodrigo Abdala, Fernando Manzanilla Prieto y, de últimas, Luis Miguel Barbosa tras su traición al PRD en el Senado y la filtración de la riqueza inmobiliaria de Alejandra Barrales.
Al sobrino político de Manuel Bartlett se le cayó de las manos la candidatura que parecía ya tenía amarrada. Su pésima relación con liderazgos emergentes, más el fiasco del mitin en la Plaza de la Democracia, sumado a su pésimo desempeño en las encuestas, abrió la puerta a que López Obrador considere otras opciones.
El problema es que ninguno le llena el ojo. Aunque Luis Miguel Barbosa lo conoce desde los años noventa del siglo pasado, cuando el tabasqueño era dirigente nacional del Sol Azteca y el ‘ñoño’ era el presidente estatal, conoce su calidad de traidor profesional. Por supuesto, se duda de su desempeño en las encuestas.
Si la encuesta de Morena se levantara hoy, sin duda José Juan Espinosa se haría con la nominación gracias al excelente trabajo de comunicación que le ha hecho el gobierno estatal en el último mes, dándole una proyección mediática de la que carecía. El tema de la privatización del agua, como el mismo lo diseñó, se convirtió en su gran proyecto de posicionamiento gracias a la importancia inusitada que le dieron.
Fernando Manzanilla es una incógnita, aunque sin duda se trata del más brillante del póquer morenista y del mejor estratega electoral. Pero como aspirante a la alcaldía en 2013 no conectó con los poblanos y nunca pudo remontar en las encuestas. En 2015 coqueteó con el proyecto independiente, pero hace tiempo que su nombre no se ve en los sondeos, y con los tiempos impuestos por López Obrador, pareciera difícil hacerlo despegar.
A reserva de lo que ocurra en los siguientes nueve días, de entre Rodrigo Abdala, José Juan Espinosa, Luis Miguel Barbosa y Fernando Manzanilla va a salir el candidato de Morena. Si alguien más tiene pensado saltar del barco, el tiempo se acaba.