Por decisión propia o por carecer de invitación, Rafael Moreno Valle no apareció en el templete principal de la toma de protesta de Josefina Vázquez como candidata panista al gobierno del Estado de México, y como nunca antes, evidenció la distancia con la cúpula nacional de su partido. Y es que, ahí, en Toluca, estuvieron todos los que son algo en Acción Nacional, o lo van a ser en 2018. ¿Qué tipo de presidenciable se ausenta del gran arranque de batalla del 2017?
En Toluca, en primera fila, estuvo Ricardo Anaya alzando la mano de Josefina y también los Calderón —Margarita y Felipe—, así como Santiago Creel, Diego Fernández, los gobernadores emanados del albiazul, senadores y diputados federales. Todos ‘acuerpando’ a la ex candidata presidencial en la batalla que encarrilará el rumbo del 2018, ya que si el PRI pierde el Estado de México con uno de sus príncipes, no tendrá nada qué hacer en la presidencial.
Mientras el panismo se tomaba la foto de familia, Moreno Valle se fue a Guadalajara a encabezar un mitin sin mayor trascendencia que evidenciar su toma de distancia respecto del proyecto diseñado por Ricardo Anaya para el Estado de México, así como deslindarse del destino ganador o perdedor de la candidatura de Josefina.
Dos son las únicas opciones: o no fue invitado, o decidió ausentarse deliberadamente de la toma de protesta con los costos que ello implica.
Si no fue invitado —aunque circula un boletín que señala a Max Cortázar como su representante—, se confirma la tensa y gravísima situación que vive Moreno Valle con la cúpula nacional del PAN derivado de la amenaza directa para que, en caso de que juegue las contras a Josefina, el CEN prepare atraer la designación de candidato en Puebla de acuerdo con sus facultades estatutarias, tal como lo señalamos en este mismo espacio.
La no invitación a un ‘presidenciable’ equivaldría a una ruptura con todos los liderazgos de Acción Nacional, confirmando que nadie confía en él —salvo los de su propio grupo y que le deben posiciones— debido a su cercanía y subordinación con el PRI de Enrique Peña Nieto, donde se siente más cómodo e incluso mejor apreciado.
Claro que, tal invitación, generada por el equipo interno de Josefina Vázquez Mota del que Eduardo Rivera Pérez forma parte, pudo haber sido entregada de forma tardía, o incluso el ex gobernador poblano pudo ser acomodado en algún lugar de la plataforma que no le gustó o lo hacía parecer segundón.
Por todas estas razones, la invitación pudo haber llegado, pero Moreno Valle tomó la decisión de ausentarse de la toma de protesta de Josefina, a quien aborrece por contagio de Elba Esther Gordillo.
Otra razón de su ausencia es el probable berrinche incluso con quien era su aliado, ya que no tardó en decir que reservaba su apoyo hasta que el Tribunal Electoral resolviera el recurso de impugnación interpuesto por Ulises Ramírez, que en negociar su declinación en favor de Josefina por medio de Santiago Creel. Ayer, oficialmente, el jefe del grupo Tlalnepantla retiró el recurso, con lo que éste nunca se resolvió, y por tanto, no podrá ser un antecedente jurídico en el caso de que el CEN panista atraiga la designación del candidato de Puebla.
De fondo, sin embargo, el mensaje de la ausencia de Moreno Valle de la toma de protesta de Josefina Vázquez Mota es que si en el CEN saben contar, que no cuenten con él en Estado de México. ¿Por qué? Porque apoyar a la candidata panista, convertirla eventualmente en gobernadora de este estado, sería empoderar a sus enemigos internos en Puebla, específicamente a Eduardo Rivera Pérez, el único que puede disputarle a Martha Erika Alonso la candidatura del 2018.
Cada voto que consiguiera Moreno Valle para Josefina, significa un madero para construir el cadalso del que sería colgado, y lo único que haría falta, sería la cuerda.
La apuesta del poblano es que Josefina, bajo ninguna circunstancia, pueda ganar el Estado de México. Hasta ahora, en los albores de la contienda, su razonamiento es eficaz, dado que la candidata de Morena, Delfina Gómez, es quien lleva la batuta mientras que Alfredo del Mazo Maza hace todo por alcanzarla. De acuerdo con estos números, la panista ocupa el tercer lugar y se ve rezagada.
El epicentro del morenovallismo, está en el Estado de México, no por lo que pueda ganar, sino por lo que puede perder.