Las mentadas de madre y los “váyanse a la chingada” que los mexicanos le lanzamos a nuestros políticos, a todos horas, todos los días, les hacen lo que el viento a Juárez.
Desde la comodidad de los lujos que les pagamos, de los camionetones, viáticos, vales de gasolina, sueldazos y bonos sobre sueldazos, simplemente se ríen de nuestras quejas.
México no cambia porque nada obliga a cambiar a nuestros políticos.
Situaciones desesperadas provocan acciones desesperadas. Es hora de pasar a la acción, porque los dichos, tuitazos y hashtags ya no asustan a nadie.
Llegó la hora de la insurrección que ataque directamente a los vividores del PRI, PAN y PRD responsables del Pacto por México y de los gasolinazos, de los bonos millonarios, de los privilegios y del saqueo institucionalizado.
Arne aus den Ruthen echó a andar ayer la iniciativa más revolucionaria y expresiva de los últimos tiempos: agarrar a jitomatazos a nuestros diputados federales hampones. Larga vida al ex panista reconvertido en activista.
La escena de ayer fue sublime: el inflado y prepotente César Camacho fue sorprendido ayer por una brigada del Poder AntiGandalla y sufrió un jitomaticidio infame que hizo que se le revolviera el estómago por la mezcla de vejación y humillación que sufrió.
Sus relojes no sufrieron daño, no hubo lesiones y solamente su lujoso traje se llevó las huellas de la batalla. Un ataque simple, indoloro y perfecto.
La escena es gloriosa, puede verla aquí, porque alguien por fin puso en su lugar al nefasto mexiquense que se siente parido por Zeus.
Así, la indignación de los mexicanos en contra de los políticos que han saqueado al país ha dejado de ser un sentimiento abstracto.
Por supuesto, el jitomatazo es claramente indoloro y altamente humillante. Una de las formas de protesta más ancestrales que existe. Desde los griegos y los romanos se hace.
Jitomatear a alguien, además, no es delito. No recuerdo el tipo penal de jitomaticidio, aunque el despreciable César Camacho, en pleno ardor, anunció que denunciaría penalmente a Arne y a los perpretradores de su humillación.
Sin tregua ni descanso, así como ellos han jodido a millones, llegó la hora de jitomatear a tu diputado más cercano. Vayan a la chingada.
Hasta ahora, los políticos mexicanos no tienen incentivos para cambiar, ya que todas las formas de protesta no los tocan, ni a sus intereses.
Los saqueos y bloqueos de hace un par de semanas dañaron a empresas y a ciudadanos que no tomaron la decisión de incrementar la deuda, quebrar el país y resolverlo imponiendo un aumento draconiano a los combustibles.
El descrédito público ya no le hace nada a los políticos: de acuerdo con la encuesta de Reforma de ayer, a Peña Nieto ya sólo lo respalda el 18 % de los ciudadanos. ¿Y? Ni así plantea irse, ni revertir el gasolinazo.
Como no hay mecanismos jurídicos para revertir los privilegios que se otorgan, Arne propone jitomatear a todos los diputados federales que recibieron el bono navideño de 500 mil pesos y perseguirlos hasta que los reintegren a la Tesorería de la Federación.
Creo que debemos ir más lejos: aplicarle la Ley del Jitomatazo sin piedad a los que aprobaron la Ley de Ingresos 2017 que incluyó la liberación de los precios de las gasolinas.
Al fin y al cabo, prácticamente son los mismos.
Si usted ve caminando por las calles a Estefan, Armenta, Graciela, Giorgana, Eukid, Mónica Rodríguez, Huepa, Xitlalic, Barragán, Lorenzo Rivera, Juan Celis, Hersilia Córdova, Genoveva, Rubén Garrido, es momento de pasar a la acción.
Un favor: grabe el momento sublime del jitomatazo y súbalo a redes sociales para que todo Puebla y México sea testigo de la vejación a los políticos.
Hasta aquí quisieron que llegáramos.
¡Esto ya es a jitomatazos!