La desconfianza mutua –bien ganada– entre Ricardo Anaya y Rafael Moreno Valle tiene prácticamente paralizados todos los acuerdos de designación de candidatos, especialmente la postulación de Martha Erika Alonso como la continuidad del régimen para retener Casa Puebla. La temporada navideña no enfrió los rencores entre el candidato presidencial del Frente y el ex gobernador. Días y días de acercamientos sólo se tradujeron en un video en el que Moreno Valle declinó participar en la interna, pero evitó darle el aval al queretano.
Con ese video posteado ayer en las redes sociales el equipo morenovallista espera que pueda iniciar la temporada de deshielo y por fin, haya un acuerdo que les garantice posiciones, así como la principal preocupación: la candidatura de Martha Erika como estructura de preservación de impunidad y recursos para volver a pelear la candidatura presidencial en 2024. Sin eso, están liquidados políticamente.
Pero del lado del queretano, cuentan desde su búnker, no aceptan el video como gesto de buena voluntad: si Moreno Valle hubiera decidido inscribirse en el proceso interno lo habrían aplastado. Ni siquiera era una posibilidad porque de su ‘equipo nacional’ unos se fueron de vacaciones y otros de plano ya se quieren acomodar en el anayismo. Declinar, además, no es un aval ya que Moreno Valle ni siquiera tuvo la cortesía de mencionar al candidato presidencial por su nombre.
Total, entre Anaya y Moreno Valle todo sigue en punto muerto. Pero mientras el queretano tiene preocupaciones nacionales como su campaña, así como armar el rompecabezas de las candidaturas entre PAN, PRD y MC, el poblano ya sólo piensa en su terruño: necesita garantizar impunidad y presupuesto. Lo que sí le dieron las navidades fue tiempo para imaginar un plan B en caso de que Anaya no cumpla con entregarle la candidatura a Martha Erika. Aunque nadie sabe qué tan factible es.
Ese plan B pasa por desfondar al PAN y hacer a Martha Erika candidata a la gubernatura por todos los partidos excepto el albiazul. Moreno Valle cree que su estructura no responde a partidos, sino a sus operadores, por lo que puede hacerla ganar por una coalición que encabece Compromiso por Puebla, y a la que se sumen PRD, PANAL, PSI, el PVEM y MC. Todos menos el PAN.
Se trata de un escenario extremo, pero posible. Por eso, sin presión de los plazos legales estatutarios una vez que ni siquiera se ha emitido convocatoria, Martha Erika renunció a la secretaría general del PAN poblano y dejó su lugar a un ilustre don nadie. ¿Por qué ejecutar una renuncia inesperada? Para prevenir una traición y al tiempo desempanizarla, si existe ese apelativo.
Supuestamente firmada el 31 de diciembre, la renuncia no cumple ningún objetivo político inmediato. No empoderó a otro miembro del grupo y en su video de despedida, Martha Erika no dio pistas de buscar la candidatura panista a la gubernatura. Incluso, en la sesión de Consejo en la que se dio trámite a la renuncia, no hubo matraca ni confeti.
Pero Moreno Valle tiene una ventaja: el tiempo juega a su favor porque la campaña de Anaya no prende y se mantiene parejo junto a Meade, ambos a una distancia sideral de López Obrador. El ex gobernador calcula correctamente que cada día le hace imposible al queretano una ruptura que lo afectaría en plena campaña al abrirle un flanco interno. A menos, claro, que Anaya quiera suicidarse.
Pero se trata de eso: sólo un cálculo. Y ya vimos que en las últimas semanas su cálculo no anda fino, pues ni siquiera vio venir la traición de todos sus ex aliados y beneficiarios del presupuesto que lo alejó de la candidatura presidencial. Lo más doloroso probablemente para Moreno Valle sea que, quien ya se consideraba actor nacional, tenga que volverse a ocupar de los asuntos caseros como prioridad.
Esos asuntos caseros, sin embargo le garantizan impunidad y presupuesto. La promesa de Barbosa como candidato de Morena es meterlo a la cárcel: no lo va a hacer pero sí le pondrá una buena corretiza. Y dos, para volver a jugar en el plano nacional en 2024, Moreno Valle necesita el dinero de Puebla. Y nada mejor que se lo suministre su esposa despachando como gobernadora. Prioridades, pues, son prioridades.