El dilema que el morenovallismo nos quiere presentar a los poblanos en 2018 es muy semejante al que enfrentan los divorciados que sienten la tentación de volverse a casar con su ex pareja después de cierto tiempo: ir otra vez al mismo infierno con los mismos diablos. Y es que no es raro que los divorciados quieran volverse a unir a otras personas. Hay el consuelo de vivir el mismo infierno con diferente diablo. ¿Pero con los mismos? ¿Quién carambas quiere algo así?
Parece imposible de cuantificar la tasa de divorciados que vuelven a casarse con la misma ex pareja cierto tiempo después. La verdad es algo raro. Los poblanos ya vivimos seis años de Moreno Valle con sus cosas buenas y malas. ¿De verdad queremos revivir la misma experiencias de trato autoritario, obra pública sin sentido, espionaje, represión, presos políticos, endeudamiento, feminicidios, clase gobernante, huachicol, sueños presidenciales desbocados, helicópteros como taxis particulares, tripack?
Porque de fondo esa es la propuesta de la candidatura de Martha Erika Alonso: tener a Rafael Moreno Valle como Primer Damo o Poder Tras el Trono. Una transmisión monárquica del poder en la que la misma pareja que gobernó seis años, vuelva a hacerlo otros seis. Mismo infierno, mismos diablos. ¿Ay nanita?
Hasta ahora no hay ningún esfuerzo de comunicación por hacernos creer que Martha Erika Alonso es algo diferente a Rafael. Como pareja de poder, han compartido un mismo estilo, partido, intereses, empresarios beneficiados, valores y círculo de influencia. Como esposa, Primera Dama, Consorte, Martha Erika fue parte de las mejores y peores decisiones de Rafael, porque a este día no ha emitido algún tipo de crítica o señalamiento en ese sentido. Y a esta altura, si lo hiciera, no sería creíble.
A ambos los rodea el mismo equipo político pues aunque Martha Erika tiene algunos cuadros propios, sus aspiraciones están soportadas por los mismos que llevaron a Rafael a la gubernatura en 2010, ejercieron el poder con él a lo largo del sexenio, fueron parte de la estructura que apoyó las aspiraciones presidenciales y ¿por qué no?, de los mismos beneficiarios del estilo autoritario de ejercer el poder. Por ejemplo, ¿otros seis años de Eukid?
Martha Erika y Rafael, hasta recibir prueba en contrario, son lo mismo. No hay evidencia ni de un pensamiento ni de una praxis política diferente. Comparten alcoba, secretos e intereses. Algo así como nuestra versión aldeana de los Frank y Claire Underwood. ¿En verdad queremos volver con nuestro ex?
Aunque los casos son raros, existen los divorciados que vuelven con su ex. Probablemente el más famoso sea el de Elizabeth Taylor y Richard Burton quienes contrajeron matrimonio –por primera vez– en Montreal en 1964. Su matrimonio, plagado de excesos, se rompió a los 10 años. Pero su atracción enfermiza les llevó a casarse nuevamente en 1975 aunque esta vez sólo duró un año.
Otros casos famosos. La actriz Melanie Griffith se casó y se divorció dos veces de su ya definitivo ex Don Johnson. También Pamela Anderson y su marido, el roquero Rick Solomon, sigue tras su segundo intento. El cantante Eminem el 14 de enero del 2006 se volvió a casar con Kim Matters. Estuvieron casados dos años, su matrimonio acabó en divorcio. Cinco años más tarde decidieron volver al mismo infierno que, celebrado con mucha alegría, no sirvió de nada porque se volvieron a divorciar 82 días más tarde.
Así que en apariencia, la evidencia estadística juega en contra de volverse a casar con las ex parejas. La nueva unión de mismos diablos está destinada a fracasar. ¿Volver a poner a un Moreno Valle en la gubernatura apenas unos meses después de habernos desecho de uno? Suena a locura.
Habrá quien piense que es misógino afirmar que Martha Erika y Rafael son lo mismo. Pero no lo es, pues la prueba es que parte de su fortaleza como proyecto a la gubernatura es el branding Moreno Valle. Las encuestas lo demuestran: no es lo mismo medir a Martha Erika Alonso que a Martha Erika Alonso de Moreno Valle.
El proyecto monárquico de reelección entre Martha Erika y Rafael, piensa Luis Miguel Barbosa –candidato de Morena– facilita las cosas, pues toda su campaña se basará en atacarlo a él y no a ella. “No la vamos a tocar ni con el pétalo de una rosa”.
Así que tenemos unos meses para pensarlo. ¿Queremos repetir mismo infierno con los mismos diablos? ¡Uy qué miedo!