Domingo, 24 de Noviembre del 2024
Viernes, 21 Julio 2017 03:42

Peña Nieto va por todo, hasta por Puebla

Peña Nieto va por todo, hasta por Puebla Escrito Por :   Arturo Rueda

Es una situación inédita para los priistas: el Presidente que tiene el poder de nombrar al candidato presidencial es, al mismo tiempo, su principal lastre. Peña Nieto es el peor enemigo del PRI, pero a la vez, es el jefe político que decidirá el futuro del partido, y a los candidatos que contenderán en 2018


Aunque Peña Nieto ya tiene una estrategia electoral para enfrentar el 2018 —reproducir el modelo del Estado de México para ganar de panzazo— y anda en busca de un candidato que encaje en él para lo que requiere, abrir los candados estatutarios, él mismo y su gobierno son los peores enemigos del PRI: un tropezón tras otro impiden su recuperación.

 

El ‘peñanietismo’ no terminaba de celebrar la victoria de Alfredo del Mazo cuando se metieron en el callejón del espionaje con el software Pegasus, y no salían de ese escándalo cuando el socavón del Paso Exprés en Cuernavaca creó otro ojo del huracán, y ya encarrerados, la PGR exhibió su nulidad jurídica en el caso Duarte y evidenció que todo es un show.

 

Es una situación inédita para los priistas: el Presidente que tiene el poder de nombrar al candidato presidencial es, al mismo tiempo, su principal lastre. Peña Nieto es el peor enemigo del PRI, pero a la vez, es el jefe político que decidirá el futuro del partido, y a los candidatos que contenderán en 2018.

 

La paradoja va a peor: si el candidato presidencial sale del gabinete de Peña Nieto, estará marcado por pertenecer al gobierno peor calificado en la historia moderna del país. Apenas destapado, tendría que renegar del presidente que lo ungió y tomar distancia de todas sus políticas si quiere tener oportunidad de derrotar a López Obrador.

 

Para que el PRI pueda ganar de panzazo como en el Edomex, además de necesitar un candidato que no genere fisuras en el propio partidazo, necesita que entre PAN y PRD no se constituya el Frente Amplio Opositor sino que cada uno vaya por su lado. No sólo eso: además que sus candidatos no sean ni tan tan ni muy muy.

 

Me explico: ni tan tan que no puedan retener a su propia base partidista, ni muy muy buenos que puedan representar el riesgo de rebasar al PRI y asumir el rol del rival de López Obrador. Perfiles medianitos. Por ello, en Los Pinos dan por bueno a Ricardo Anaya en el albiazul y a Mancera por el PRD. Candidatos engañabobos, no verdaderamente competitivos.

 

El problema de Peña Nieto está al interior del PRI una vez que se ha confirmado que en los documentos que circulan para preparar la Asamblea Nacional se incluye la modificación a los estatutos para eliminar el candado de la militancia de 10 años para la candidatura presidencial. López Obrador le puso el cascabel al gato al adelantar que el beneficiario de esa decisión sería José Antonio Meade, quien comulga  igual de bien con las cúpulas del tricolor que con las del PAN. El sueño de un candidato prianista.

 

Peña Nieto, supongo, calcula que puede jalar la liga al máximo en la Asamblea y recomponer después a los grupos que se le oponen repartiendo candidaturas a San Lázaro y al Senado. Lo piensa así porque las rupturas en el PRI nunca parecen reales hasta que lo son: la de 1988 llevó a la quiebra del sistema y la de 1994 primero a la muerte de Colosio y luego a la derrota del 2000. Las malas formas de Madrazo llevaron al tricolor al tercer lugar en 2006.

 

O sea que las rupturas en el PRI sí son reales. Peña Nieto y su tapado, sea Meade o quien sea, si quieren mantener Los Pinos no pueden darse el lujo de perder ni un voto ni un militante. Es la condición para ganar de panzazo: deben conservar a Los Beltrones y rupturistas. Y deben ir a ganar todo lo que se pueda ganar, incluido el gobierno de Puebla por más cordialidad que haya habido con Moreno Valle.

 

Deben ir a ganar todo, hasta el voto más lejano, porque tienen un defecto de origen: el Presidente peor calificado de la era moderna. Las cifras presentadas ayer por Reforma no son una mejoría sino simple paliativo: Peña Nieto continúa siendo repudiado por ocho de cada 10 mexicanos y apenas dos avalan su trabajo. Es un lastre brutal, pues ni siquiera alcanza el 60 % de aprobación que Felipe Calderón tenía en 2012 y aun así el PAN se fue a tercer lugar.

 

 

A los priistas sólo les queda una esperanza: que Peña Nieto es malo para gobernar pero bueno para lo electoral. Pese a todos sus fallos, el PRI ganó la mayoría legislativa en 2015 y de panzazo la gubernatura del Edomex. El mexiquense y los suyos quieren retener Los Pinos así sea por un solo voto. Y van por todo, incluido Puebla.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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