Acostumbrados a avalar atrocidades de un día para otro en el Congreso local, la larga agonía que tendrá la votación del crédito de 800 millones de pesos solicitado por el alcalde Luis Banck –prevista para dentro de once días— evidencia de la falta de consenso al interior del propio morenovallismo. Unos dicen que sí debe avalarse para contener la ola de inseguridad, otros se niegan porque rompe la línea discursiva inaugurada por el ex gobernador y sostenida Tony Gali: sin pedir un peso prestado.
Hablamos de líneas discursivas por un lado, pero de estrategias electorales por otro. Moreno Valle se llenó la boca durante su sexenio afirmando que todo lo hizo sin pedir un peso prestado, aunque todo Puebla sabe que vía PPS endeudó a la entidad con más de 21 mil millones de pesos.
Moreno Valle pudo sostenerse en esta versión de que no endeudó a Puebla, del primer día de su sexenio al último y aun como aspirante presidencial gracias a que nunca ingresó al Congreso una solicitud de deuda como sí lo está haciendo Banck. Hábil prestidigitador que no tuvo necesidad de exhibirse impúdicamente.
Durante los dos años que ejerció de alcalde, Gali Fayad nunca pidió un peso prestado, rompiendo la dinámica previa en la que habían caído todos los alcaldes de Luis Paredes a Eduardo Rivera. Sabía de la impopularidad del tema, y en la carrera como aspirante a Casa Puebla, prefirió no arriesgarse y trabajó con los recursos que tenía a la mano.
No sólo eso. Mes a mes, Gali Fayad fue abonando pesito a pesito al saldo histórico de la deuda: recibió de Eduardo Rivera 609 millones de pesos —Lalo pagó los 200 que había contratado— y lo bajó a poco más de 500 millones. En vez de endeudarse, Gali desendeudó a la ciudad.
Entre el ‘ni un peso prestado’ de Moreno Valle y la fobia de Gali a endeudarse, una de las estrategias de comunicación política del 2016 fue endosarle a Mario Marín el tema de endeudar a Puebla. Los ataques de Blanca y Estefan no surtieron efecto porque había un villano favorito a quien cargarle todo, incluido el endeudamiento.
La petición de Banck destruye todo eso: tanto el discurso como la estrategia de comunicación y le quita al morenovallismo una de sus banderas. La pobre reacción de los bots panistas en redes sociales para contrarrestar a los priistas incluyó revivir a Marín, pero el ataque de Giles se vio absurdo, pues sólo le faltó culpar a Santa Anna de vender a Estados Unidos un pedazo del territorio nacional.
A nadie gusta en el morenovallismo la solicitud de Banck y no encuentran cómo procesarla sin echar abajo lo construido en siete años y poner en riesgo el 2018. Ya como gobernador, Gali anunció que no contrataría deuda ni PPS y en eso se sostiene: prefirió hacer recortes en otros rubros de la administración para disponer de 500 millones a fin de subirle el sueldo a los policías y comprar patrullas. ¿Si el gobernador se aprieta el cinturón, no puede hacerlo el alcalde?
Pero hay poderosos morenovallistas que empujan el aval para Banck: no se sabe si porque llevan comisión en la contratación del PPS o en verdad les preocupa la situación de inseguridad, pero ya tienen preparado a un equipo que proveerá las patrullas, las tabletas y los sistemas de videovigilancia.
Estos ‘asesores’ externos afirman que, a diferencia del gobierno estatal que puede hacer ahorros, en el municipal no hay margen pues su capacidad de generar ingresos propios es muy limitada. El único camino es contratar la APP o la inseguridad se va a desbordar para poner en riesgo el 2018. De los males, la deuda es la menos peor. Por supuesto, esta es la versión que Banck defiende dentro del equipo.
Los morenovallistas del ‘sí’ no quieren tocar la opción más riesgosa: que se avale el crédito y de todos modos la seguridad no mejore, ni en percepción ni en incidencia delictiva, lo que los llevaría al peor escenario. Sin estrategia de comunicación y con Banck crucificado por la falta de resultados.
Al final la opción más sensata sería limitar el techo del adeudo: en lugar de 800 millones, dejarlo en 400, pero esa será una derrota política para Luis Banck quien ya se jugó el todo por el todo. Evidenciaría, además, que hay un juego en Casa Puebla y otro en Charlie Hall, como ocurrió hace años entre Marín-Melquiades, Doger-Marín y Lalo-Moreno Valle.
La sintonía en el morenovallismo se ha roto y todo se explica en el crédito de 800 millones. Le esperan 11 días tortuosos al alcalde Banck que en este lance puede perderlo todo si no obtiene el consenso social, pero también hacia adentro del equipo.