El alcalde Luis Banck ha tomado la peligrosa senda de adquirir financiamiento, endeudar Puebla por la cantidad de 800 millones de pesos, dice, para resolver la ola de inseguridad que azota la ciudad.
Senda peligrosa por el monto, por las formas y sobre todo por los resultados a los que se compromete a ofrecer al convertirse en el alcalde que más ha endeudado a la ciudad desde Luis Paredes.
El bien llamado ‘Loquito’, en el periodo 2002-2005, comprometió 372 millones de pesos en UDIS para construir el Distribuidor Juárez-Serdán, que se acabaron convirtiendo en 472 millones por su elevada tasa de crecimiento.
Luego, Enrique Doger en su gobierno 2005-2008 contrató 200 millones que prácticamente liquidó en su periodo para dejar un saldo de 628 millones.
Blanca Alcalá, en el siguiente gobierno municipal, endeudó a la capital con 135 millones de pesos y dejó el saldo en 688 millones de pesos, el tope más alto en la historia de la ciudad.
De ahí con los gobiernos panistas, la deuda municipal comenzó a bajar.
Aunque Lalo Rivera pidió un crédito de 200 millones, lo pagó antes de terminar su gestión y heredó un pasivo de 609 millones de pesos, casi 80 menos de lo recibido con Blanca.
Antonio Gali se lleva la medalla de oro: como alcalde no pidió un sólo peso prestado. Él sí.
Y no únicamente eso, sino que comenzó a abonar recursos al saldo histórico de la deuda municipal. Lo que ex presidentes se habían gastado, él lo pago: recibió 609 millones y cuando dejó la alcaldía para irse de candidato a gobernador sólo quedaban 500 millones de deuda.
Paradojas: mientras el alcalde electo para el periodo 2014-2018 no pidió un sólo peso prestado, el edil sustito nombrado por el Congreso endeudará la ciudad por 800 millones de pesos para triplicar los pasivos y dejarlos en 1,277 millones de pesos, con lo que Puebla se convertirá en el sexto municipio más endeudado del país.
Camino peligroso para su imagen personal, sobre todo si quiere ser candidato en el 2018.
Camino peligroso también por las formas: la sesión extraordinaria del Cabildo fue un albazo a la sociedad, pues nunca antes el alcalde había manifestado la necesidad de contratar deuda o PPS para hacer frente a la inseguridad.
De hecho, en la semana anterior, afirmó que la ola de violencia era resultado del Nuevo Sistema de Justicia Penal. ¿Entonces? ¿Falta de recursos económicos o mala aplicación del nuevo sistema?
Todavía peor: en el punto de acuerdo presentado al Cabildo, el alcalde no detalla qué quiere hacer con ese dinero: cuántas patrullas nuevas, cuántos policías más, cuántas cámaras. ¿Hasta qué punto va a descender la delincuencia con esos recursos?
La Encuesta de Seguridad Urbana del INEGI detalla cómo, en apenas tres meses, la percepción de inseguridad volvió a dispararse a causa de los asaltos en el transporte público. ¿Algo de ese dinero va para la compra de botones de pánico?
¿Por qué la opacidad, la falta de transparencia? El crédito por sí mismo no es malo, pero en Puebla hay polémica por lo ocurrido en el anterior sexenio, y a nivel nacional, por los Duarte y compañía que saquearon sus estados con peticiones de deuda que no cubrían ninguna necesidad, y sobre todo, no ofrecieron ningún resultado.
La transparencia es el único antídoto para ese tipo de abusos. Y es precisamente lo que el alcalde Banck no ofreció a los poblanos ex ante, y ahora sólo puede ofrecer ex post: darnos una explicación concreta, creíble, sólida de lo que quiere hacer con ese dinero.
No genéricamente la compra de patrullas, tecnología, calles pavimentadas. ¿Cuántas, cómo, dónde?
Explicarnos además, con qué empresa se va a firmar el APP, cuáles son las mejores condiciones de mercado, las tasas de interés, eso si no quiere violar la Ley de Disciplina Financiera que aprobó el Congreso de la Unión, precisamente, para que alcaldes y gobernadores no se sirvan con la cuchara grande.
Ayer, en el punto de acuerdo aprobado por el Cabildo, no se ofreció ninguno de esos datos. ¿Piensa el alcalde Banck violar la Ley de Disciplina Financiera? Porque esa Ley, para efecto de obligaciones mayores a cien millones de UDIS, equivalentes a 570 millones de pesos, deben demostrar cinco ofertas competitivas. ¿Por qué no las mostraron si se supera ese tope?
Peligroso por los resultados. ¿En cuánto tiempo va bajar la ola delincuencial después de haber ejercido el monto?
Estas no parecen ser ni las formas, ni los modos, ni los riesgos a los que está acostumbrado a correr Luis Banck. Se esperan explicaciones.