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Jueves, 06 Julio 2017 03:33

¿Delatará el edil de Palmar a sus cómplices en el gobierno?

¿Delatará el edil de Palmar a sus cómplices en el gobierno? Escrito Por :   Arturo Rueda

El viacrucis para el alcalde comenzó en abril cuando auditores del SAT, agentes de la SIEDO y respaldo militar llegaron a las tres gasolineras de Pablo Morales para cuadrar los volúmenes de compra a Pemex con los de la venta al público. En cuestión de días se confirmó lo que todo mundo sabía al estilo Juan Pueblo: el alcalde usaba sus gasolineras para vender huachicol. No le compraba a Pemex,  pero siempre estaba bien surtido


Pablo Morales Ugalde siempre se sintió intocable y cuando tuvo oportunidad de escapar no lo hizo. Gracias a esa confianza, quizá en sus conexiones o sus vínculos morenovallistas fue detenido por la Marina y la PGR saliendo de la alcaldía de Palmar de Bravo que gobernó desde 2014 y desde la que construyó un imperio financiero que ayer se derrumbó.

 

Lo advertimos en este espacio el jueves 20 de abril: el cerco judicial que se tiende sobre el edil de Palmar de Bravo avanzaba de forma lenta pero inexorable. Un mes antes CAMBIO Regionales documentó el vertiginoso crecimiento de su patrimonio en unos años. Dos hoteles con valor de 24 millones de pesos, cuatro estaciones gasolineras y oficinas lujosas. El cálculo indica por lo menos 56 millones hasta ese momento. ¿Cómo le hizo para amasar esa fortuna con un sueldo de 15 mil pesos mensuales?

 

Durante los tres años y medio que gobernó Palmar, las tomas clandestinas crecieron a la misma velocidad que su riqueza en un círculo vicioso que nadie quiso ver durante el sexenio morenovallista o en la batalla que no quisieron dar. En 2013 antes de que Pablo Morales llegara a la alcaldía, sólo se reportaron 23 tomas en todo el año. En 2016 se alcanzaron 283 tomas ilegales y al ritmo que va 2017, esa cifra se iba a duplicar.

 

De la misma forma en que se pasó de 23 tomas en 2013 a 283 en 2016 así creció la fortuna de Pablo Morales Ugalde, en esos años su fortuna visible llegó a los 56 millones de pesos porque la invisible es objeto de leyendas y cuentos de la lechera pues los pobladores de la región dicen que llega a los 500 millones.

 

Entre 2014-2016 hubo tres titulares de la SGG: Luis Maldonado Venegas, Jorge Benito Cruz y Diódoro Carrasco Altamirano. ¿Ninguno de ellos se dio cuenta de la riqueza extraña y súbita que rodeaba al alcalde Palmar? ¿Los centros de investigación, espionaje e inteligencia nunca captaron sus conversaciones? ¿Por qué nadie quiso ver lo evidente? ¿Moreno Valle, un maniaco del control político, tampoco vio nada raro?

 

La buena fortuna que acompañó al edil de Palmar de Bravo al lado del morenovallismo se agotó cuando Antonio Gali llegó a Casa Puebla y desplegó una estrategia para contener el robo de hidrocarburo en el Triángulo Rojo. El diputado local por la región, Ignacio Mier Bañuelos alzó la voz y pidió una investigación financiera a la riqueza de Pablo Morales. Esa denuncia le ganó amenazas de los huachicoleros de la región, pero se sostuvo en la petición.

 

El viacrucis para el alcalde comenzó en abril cuando auditores del SAT, agentes de la SIEDO y respaldo militar llegaron a las tres gasolineras de Pablo Morales para cuadrar los volúmenes de compra a Pemex con los de la venta al público. En cuestión de días se confirmó lo que todo mundo sabía al estilo Juan Pueblo: el alcalde usaba sus gasolineras para vender huachicol. No le compraba a Pemex, pero siempre estaba bien surtido.

 

Esa ventana de tiempo fue el momento que Pablo Morales tuvo para escapar. El 31 de mayo del 2017 CAMBIO reportó que se había esfumado pues los trabajadores de la presidencia tenían dos semanas de no verlo ahí. Pero esa misma mañana, para sorpresa de propios y extraños se apareció en el informe trimestral de Gali justo cuando unos minutos antes Javier Lozano Alarcón lo había conminado a entregarse a las autoridades federales.

 

Envalentonado, Morales Ugalde dijo en breve entrevista que los medios de comunicación que publicábamos sus nexos con el huachicol lo difamábamos, que solamente estaba enfrentando auditorías administrativas, pero que ‘gracias a Dios’ no conocía a los huachicoleros. Dejó el Auditorio de la Reforma y luego volvió a aparecer en otro foro del gobierno estatal para dejar en claro que nadie lo perseguía.

 

Pero sí: la unidad de Inteligencia Financiera tardó meses, semanas en armar el caso. Evidentemente existió el riesgo de que se fugara, pero nunca quiso irse por ese halo de intocable que lo acompañaba. Dos meses desde que el SAT intervino las gasolineras, uno desde que Pemex le revocó sus concesiones. Y aun así, tuvo tiempo para huir.

 

No hay que ser genio en que Morales Ugalde estaba confiado en sus cómplices poderosos. Cómplices que le aseguraron que no pisarían la cárcel y que gracias a sus influencias, PGR y SAT desestimarían las acusaciones. ¿Dónde están esos cómplices? ¿Por qué fallaron en protegerlo?

 

Y la gran pregunta: en su nueva circunstancia, ¿Pablo Morales delatará a sus poderosos cómplices que le garantizaron protección?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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