Si continuamos como estamos, estaremos perdidos.
Culpa de muchos de los problemas actuales que padece Puebla, al gobierno estatal pasado que dejó a la capital en el primer lugar en pobreza urbana del país, con 70 mil pobres.
Necesitamos paz social, equidad, seguridad jurídica, un gobierno austero y con transparencia en el manejo de recursos. Hay que recobrar la confianza de la ciudadanía, para poder avanzar con una visión de futuro.
Lo que yo me propongo, si llego a la presidencia municipal de Puebla, es hacer una administración austera, honesta, con rendición de cuentas y hablar con la verdad.
Paola Migoya es abogada con otros grados académicos en diversas materias, pero lo que la hace diferente a muchos aspirantes a ocupar un puesto de elección popular, es su vocación social y oficio político obtenido en diversos cargos que ha ocupado en el Gobierno federal y en el Senado de la República, como asesora y encargada de diversas áreas administrativas.
Dice con orgullo que es poblana-poblana, nacida en el hospital Latinoamericano ya desaparecido y toda su formación escolar, hasta alcanzar la licenciatura, ha sido en instituciones poblanas.
Rechaza que se le ubique en el triángulo de la geometría política: derecha, centro, izquierda: Soy una mexicana que busca el progreso del país, el rescate de las clases marginadas, terminar con la inseguridad, con las arbitrariedades, con las desigualdades... si eso es de izquierda o de derecha no sé. Lo que busco es que los gobiernos municipales, estatales o federales, tengan visión de futuro y no sólo de tres o seis años.
Los grandes pensadores ya han terminado con las clasificaciones de izquierdas o derechas y si llego a ser candidata a la presidencia municipal, seré una candidata ciudadana de Morena.
Dice que tuvo una invitación de dirigentes de Morena para participar en esta contienda y no le pareció mal, pues sus inquietudes sociales han sido de siempre.
Ha luchado por la igualdad de género, por el respeto a los derechos humanos, contra la inseguridad, contra la impunidad y contra la corrupción desde los puestos que ha ocupado y desde organizaciones civiles.
Lleva más de 20 años en esas luchas y considera que ocupar la presidencia de un municipio como Puebla, sería una gran oportunidad de servir a la ciudad y al estado donde nació.
“Puebla siempre fue una ciudad tranquila, lo mismo que el estado. Hombres y mujeres podíamos salir hasta altas horas de la noche, con toda seguridad a la calle. Esto fue hasta el gobierno de Mario Marín, ya después todo se descompuso y hemos llegado hasta lo que estamos viendo, que anoche hubo tres balaceras, según informes de la prensa y 12 o 13 muertos.
“El número de feminicidios es alarmante; el temor priva en todos los hogares tanto de la capital como del interior del estado. Hay robos, secuestros, cobro de piso por parte de la delincuencia y el robo de combustible en el que ocupamos el primer lugar, con más de dos mil tomas” expresó.
Agregó que actualmente no hay un presidente municipal en Puebla, sino un gerente general, que ni poblano es. No fueron poblanos la inmensa mayoría de los funcionarios del gobierno pasado, señaló, ni el mismo gobernador que nació en Nueva York. Por eso no había interés en resolver los problemas de la entidad y de la ciudad.
Si su aspiración de ser candidata ciudadana de Morena, no se le hace, volverá a lo que siempre ha sido, a ser una activista de agenda ciudadana.
La impresión que nos dejó la señora Migoya Velázquez a la mayor parte de quienes la entrevistamos, fue de ser una persona, sincera, claridosa, conocedora de la problemática social de Puebla, del municipio y de los problemas que confronta tanto en la ciudad como en sus diecisiete juntas auxiliares, con simpatía personal, sencilla y dispuesta al diálogo con la gente sin importar su nivel social.
Tiene oficio político, que a muchos aspirantes les falta; tiene sensibilidad social; que casi ningún aspirante tiene y sabe de administración y economía, lo que le permitirá rodearse de gente que la apoye en todos esos temas, básicos para cualquier administración exitosa.
Todos Santos y los Fieles Difuntos, es una festividad de origen indígena que los monjes de tiempos de la Colonia española, incorporaron a las fiestas religiosas del catolicismo. En estas fiestas es donde más se aprecia el sincretismo religioso de nuestros pueblos.
El Halloween es una jalada de nuestros vecinos gringos que nada tiene que ver con nuestra cultura, con nuestras raíces y que por fortuna, después de estarse poniendo de moda en algunos sectores de la sociedad urbana, parece que está reculando.
Pues bien, esas fiestas nos permiten tener un largo puente de descanso. Nos veremos en este mismo espacio, el próximo lunes.