Diversos medios han publicado que la anarquía educativa en Oaxaca redujo en un 30 por ciento o más la afluencia de turistas en el periodo de semana santa. En Guerrero podemos suponer que el bloqueo de carreteras dio como resultado algo similar. El mensaje de estos malos maestros es claro; son más importantes nuestras mal llamadas conquistas laborales que el desarrollo económico del cuál provienen nuestros salarios, aunque estás conquistas sean completamente anacrónicas a la realidad laboral nacional. Es una de esas situaciones surrealistas mexicanas, en donde los movimientos sindicalistas públicos separan de manera mágica su actuar, del esfuerzo de la población por generar los recursos económicos para los impuestos que los mantienen. Primera regla, si vas a ser maestro aprende matemáticas básicas, si le quitas el 30 por ciento de ingresos a un estado eso es igual a menos recursos para pagarte. Claro que eso no importa, si sabes que para pagarte tendrán que quitarle recursos a otros programas urgentes. Bonita forma de tirar el dinero literalmente a la calle.

Por otro lado, la afectación mayor la viven los niños y jóvenes de las escuelas en las que estos maestros-mas-no-docentes se aparecen de vez en cuando. El alto grado de ausentismo nos coloca nacionalmente un 40 por ciento por debajo de la tabla mundial de horas/estudio, en comparación a otros países asiáticos y Europeos. Ahora que si vamos a la realidad de los guerrerenses y oaxaqueños, este indicador se desploma verticalmente casi un 70%, particularmente en los últimos años cuando los paros han sido la constante. ¿Cómo decirle a un empresario nacional o extranjero que invierta en estos lugares cuando sabe que sus futuros empleados están por debajo de los mínimos de conocimiento y por ende de productividad?, es una tarea casi imposible. Bien, trasladémonos al enjambre social que rodea a esos niños y jóvenes. Muchas son las madres de familias trabajadoras en las cuales recae la responsabilidad económica familiar y que confían en que las escuelas estén abiertas para que sus niños puedan estudiar y también para tener el suficiente tiempo para seguir siendo el sostén familiar ¿qué decirles a ellas?, tal vez uno de estos maestros podría explicarle que la razón por la que sus hijos no tendrán clases es porque están demandando un derecho que ellas mismas nunca podrá tener; el de evaluarse a sí mismas sin ningún riesgo de perder su empleo. Todavía hay más, ¿qué sucede con toda la economía ligada al mundo escolar como el transporte, las famosas tienditas, papelerías etcétera?, “todos felices en el país de las maravillas”.

También están los miles de padres de familia que con sacrificio y anhelo mandan a sus hijos al sistema educativo público esperando que les vaya mejor que a ellos; pero que se encontrarán con la sorpresa de que no será así. Hay que pedirles a estos malos maestros que les digan que una de sus exigencias es que haya un pase automático de las escuelas normales a una preciosa plaza vitalicia, sin importar la idoneidad de los candidatos, un derecho del que carecemos el 99 por ciento de los mexicanos. Sólo les falta pedir la Cheyenne.

Que diferencia a lo que sucede actualmente en Puebla, en donde hace algunas semanas Emilio Chuayffet le dijo a Moreno Valle el mejor cumplido que pudiera recibir un gobernador, que sabe gobernar educando.Seguramente por la mente del secretario federal de Educación desfilaron la aprobación de la Ley de Educación Superior, la primera en su tipo a nivel nacional impulsada exitosamente al interior del congreso por Mario Riestra consensuada con la sociedad civil a través de Actívate por Puebla, y el logro educativo dentro del ranking de Mexicanos Primero que ha alcanzado la gestión de Luis Maldonado en escasos dos años. Todavía hay mucho, muchísimo por hacer; pero hay que reconocer que hasta los líderes sindicales del estado nos han sorprendido con su madurez política y social.

La gravedad para nuestros queridos niños de Guerrero y Oaxaca es tal, que si los mexicanos no nos manifestamos para protegerlos perderemos a una generación valiosísimay que actualmente está herida como atinadamente lo ha manifestado Mexicanos Primero. Propongo que los padres de familia desempleados y que tengan los suficientes conocimientos para enseñar, tomen las escuelas que son finalmente de la comunidad y den las clases que tanto hacen falta. Que solicitemos a las SEP estatales así como a la federal que se evalúe retirar las plazas a los docentes en paro ilegal y transferirlas a los que realmente puedan y deseen trabajar por su sociedad.

Parafraseando el principio básico zapatista, que las plazas sean para quienes las trabajan.