El primer y más grande problema de la candidatura de Martha Erika Alonso a Casa Puebla se apellida Moreno Valle.
Dos de cada tres poblanos, de acuerdo con la encuesta más reciente de la consultora Mas Data, rechazan que el ex gobernador imponga a su esposa como gobernadora.
La recepción a su registro oficial como precandidata, por lo menos en redes sociales, no fue cálida ni entusiasta: durante la transmisión de Juego de Troles fue una crítica tras otra del auditorio. No pararon.
Quizá con cifras en mano, la candidata cortó por lo sano y tomó una decisión que generará polémica: quitarse el apellido de casada que usó durante los últimos siete años.
Siete años en los que fue presidenta honoraria del DIF, consejera estatal y municipal del PAN y luego secretaria general de ese partido.
Su primer paso como candidata es enviar el mensaje de una ‘sana distancia’ de su esposo, muy al estilo Zedillo.
El ex gobernador ni siquiera hizo acto de presencia en el mitin frente a la sede del partido, y ella no hizo referencia a él durante su discurso. Si se conocieron, ni se acuerdan. También es probable que el arreglo haya sido dejarla brillar.
La ‘sana distancia’ entre esposos quizá comenzó un poco antes, cuando Martha Erika pugnó por abrirle espacios a Eduardo Rivera, a su grupo, y a los panistas tradicionales. Frente a la bilis, impuso su criterio de la necesidad de incorporar al mejor posicionado para pelear la alcaldía pese a que sus afectos los repartió entre Luis Banck y Jorge Aguilar Chedraui.
A Moreno Valle no le quedó otra que apechugar y aceptar que, sí, es ella quien se va a jugar el pellejo en las urnas. Que merece y necesita todas las condiciones para ganar. Si París bien vale una misa, repetir en la gubernatura bien vale darle juego otra vez a Lalo.
Hizo bien Martha en quitarse el apellido de casada. De entrada, se trata de un práctica provinciana, decimonónica y cero feminista que nos hace recordar los tiempos en que una mujer era considerada propiedad de su cónyuge.
Ya hay quienes descalifican esta decisión: que si el objetivo es romper el parentesco, engañar a los poblanos, y bla bla bla.
Por supuesto, ya veremos a eminentes feministas discutir sobre el tema hasta el hartazgo.
A mí me gusta como una declaración de intenciones, aunque me parece tardía: es decir a Puebla “soy diferente a Moreno Valle”.
El problema es si podrá convencer a los poblanos en un muy corto periodo de tiempo de campaña.
O si actuará en esos meses la ‘falsa distancia’ y ya en el poder, serán una pareja gobernante que tendrá al mundo como límite.
Rafael, senador plurinominal en una segunda carrera presidencial.
Martha, una de las dos gobernadoras en activo, ícono del feminismo por sus logros.
El cielo es el límite para ese sueño de pareja.
Pero la hostilidad observada ayer en las redes sociales presagia que será difícil cumplir ese sueño.
El reto de Martha Erika es dejar de ser la esposa de Rafael, algo que es casi imposible.
La estrategia de la ‘sana distancia’, impecablemente diseñada, fue ejecutada con torpeza cuando unas horas antes del registro Martha Erika publicó una fotografía con Rafael festejando sus 14 años de matrimonio.
Ella tiene que convencernos que esto es algo más que una reelección.
Capacidades, virtudes tiene, al igual que el gran defecto que detonó su encumbramiento.
Un defecto llamado Moreno Valle.
Y ya se sabe que en los matrimonios no existe la ‘sana distancia’: es a todo o nada.