Thursday, 21 de November de 2024

Viernes, 11 Marzo 2016 03:00

Los delegados federales y el impetuoso amigo de Marín junior




Written by  Arturo Rueda

Otro caso para La Araña es Alberto Jiménez Merino, emblema de la Corriente Marinista en la disputa por la candidatura, pero del que nada se sabe luego de que recibiera un poco de metralla del morenovallismo al exhibir su promoción personalizada. Tan asustado quedó que corrió a ver a su ex subordinado Rodrigo Riestra para jurarle que por Diosito jamás de los jamases volvería a pronunciar críticas


Hasta el imprudente discurso de Román Lazcano ayer en la Audiencia Agraria en la que promovió a la “Licenciada Alcalá” como agente de cambio ante ediles y ochenta comisarios ejidales, los delegados federales habían pasado desapercibidos en el contexto de la elección a la minigubernatura. La mayoría de ellos, repartidos en un sistema de cuotas a grupos locales, así como a intereses foráneos, lo menos que desean es alzar el cuello para que no vayan a cortárselos. No es sólo la temporada electoral, sino la exigencia legítima de la candidata a apropiarse de espacios que refuercen su operación. Aunque no queda claro si le han hecho caso a su prerrogativa de adueñarse de esos espacios.

 

Tres cambios recientes en delegaciones federales muestran lógicas contradictorias. Primero, la ex edil Laura Zapata llegó a Profepa sin tener la menor idea o expertis en materia de medio ambiente, y sin ser una petición de la candidata tricolor. Es decir, una cuota que benefició a quién sabe quién. Posteriormente, Enrique Doger llegó al IMSS como resultado de una negociación política en la resolución de la candidatura a la gubernatura, pero ocupar ese espacio canceló su protagonismo electoral a la hora de defender el proyecto tricolor y enfrentar a los voceros morenovallistas, como en el choque que tuvo con Javier Lozano Alarcón.

 

La única modificación que le han cumplido a Blanca como petición expresa es la llegada de Carlos Barrientos de la Rosa para sustituir a José Alarcón Hernández en la delegación de la SEP. Blanquista de viejo cuño, llega a la posición para tratar de poner cancha pareja en el Magisterio, aunque se ve difícil.

 

El caso más sorprendente es la “semivacante” delegación de Gobernación, cuyo titular es el interlocutor natural con el gobierno estatal. Y digo semivacante porque aunque Juan Molina Arévalo regresó casi en la oscuridad, se supone que tal silla era una exigencia de Ana Isabel Allende Cano para aceptar su salida de la dirigencia del tricolor. Sin embargo, todo quedó detenido y no sabe si ella llegará, o Molina Arévalo se quedará, o de plano llegará otro operador solicitado por la candidata. Y es que ese sabe que tal espacio responde más a Luis Miranda, el subsecretario de Segob, que al propio titular de Bucareli.

 

Otro caso para La Araña es Alberto Jiménez Merino, emblema de la Corriente Marinista en la disputa por la candidatura, pero del que nada se sabe luego de que recibiera un poco de metralla del morenovallismo al exhibir su promoción personalizada. Tan asustado quedó que corrió a ver a su ex subordinado Rodrigo Riestra para jurarle que por Diosito jamás de los jamases volvería a pronunciar críticas contra la administración estatal. ¿O será que en realidad es parte de la desactivación ordenada por el ex gobernador?

 

Hay casos muy lógicos como el de Juan Manuel Vega Rayet, quien por conveniencia propia evitó asumir cualquier responsabilidad en la campaña para no perder su “hueso”, pese a que no acaba de entenderse con el equipo del titular de Sedesol, José Antonio Meade, quien entiende al combate a la pobreza como un problema técnico y no de simple operación.

 

Al final, la desaparición de Vega Rayet no es sino síntoma de otra desaparición mayor, la de Juan Carlos Lastiri, quien ya se ve finalista del 2018, si en 2016 caen tres pájaros de un tiro: Blanca, Estefan y Armenta.

 

Finalmente, venerables como Germán Sierra lo que ya quieren es ver los toros desde la barrera, y si es posible, aguantar en el cargo hasta 2018, sin mayores molestias o interrupciones. En muchos de estos casos, por si fuera poco, saben que la candidata pidió su cabeza para entregarla a sus “operadores de confianza”, por lo que fingen demencia con más gusto.

 

Al final, sólo al impetuoso Román Lazcano, delegado de Sedatu, se le podía ocurrir promocionar a Blanca Alcalá en un acto oficial. ¿O lo habrá hecho a propósito? ¿Nadie se acuerda de su consumada amistad con Mario Marín junior?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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