Difícilmente puede decirse que José Juan Espinosa dio un salto al vacío dejando a Movimiento Ciudadano por Morena. Su desembarco, sin embargo, se transformó en un terremoto al interior del partido de Andrés Manuel López Obrador y evidenció la incapacidad de sus liderazgos locales para recibir a personajes con capacidad de sumar estructuras y recursos a la cruzada del tabasqueño para cambiar a México. En lugar de darle la bienvenida, Gabriel Biestro y Rodrigo Abdala le dieron una mal venida, evidenciando sus propios temores con la llegada de nuevos cuadros competitivos. En ese sentido, el edil de San Pedro Cholula hizo una maniobra perfecta y puede considerarse un triunfo.
No es novedad que el sectarismo es el principal defecto político de López Obrador y que impidió su triunfo en 2006. Ese maniqueísmo que divide entre puros y corruptos provocó que el tabasqueño no firmara alianzas cruciales con poderes fácticos en ese momento como Elba Esther Gordillo. Como el jefe de Morena no quiso sentarse con ella, despechada, ayudó al triunfo de Felipe Calderón.
Este maniqueísmo puede llenar a Morena de personajes puros, pero incapaces de ganar elecciones. El mejor ejemplo es el académico Abraham Quiroz, quien terminó en tercer lugar en la carrera de la minigubernatura no por su desempeño como candidato, sino gracias al manto protector de López Obrador. Quiroz dio de qué reír, especialmente en el debate entre candidatos, cuando exhibió un pobre bagaje a la hora de expresar sus ideas y proyectos.
La llegada de José Juan a Morena puso nervioso a Biestro, quien no quiere dejar sus privilegios en la dirección del partido político, pero retrató la pequeña estatura política de Rodrigo Abdala, quien se puso a señalar méritos y supuestos pasados de corrupción con dedo de fuego. El diputado federal se siente con la candidatura en la mano a la gubernatura y no quiere ningún tipo de competencia, especialmente de un cuadro que compite directamente con él en juventud, pero que sin duda tiene más experiencia política.
El discurso de los méritos y merecimientos se le puede voltear muy fácil a Abdala. ¿Dónde estaba el sobrino político de Manuel Bartlett en 2006, cuando se dio la lucha contra el fraude de Calderón? ¿Dónde estaba en 2012, cuando el tabasqueño se quedó cerca de rebasar a Peña Nieto? A diferencia de él, Espinosa puso su capital político en ambos momentos y le aportó a López Obrador pese a la derrota.
Se equivocan Biestro y Abdala en su cálculo y por ello se revelan como bisoños de la política. Abandonar Movimiento Ciudadano, partido del cual fue fundador e incluso integrante de la Comisión Directiva a nivel nacional, seguramente fue una decisión consultada y consensada con López Obrador, quien le dio la afirmativa, dando así el ejemplo a sus subordinados de abandonar las actitudes sectarias. AMLO sabe que se requiere generar un efecto desbandada en otros partidos y en Puebla, José Juan ya puso la muestra.
Hace aproximadamente un mes que Dante Delgado, líder nacional de MC y padrino del ex “Niño Naranja”, sabía de las intenciones del edil de San Pedro Cholula de abandonar el partido. Trató de convencerlo para quedarse, pero del otro lado las negociaciones con Ricardo Monreal iban avanzadas, por lo que el propio Dante le dio una despedida honorable a Espinosa en una asamblea nacional de los naranjas, momento que aprovechó para anunciar que José Ángel Pérez abandonaba también la dirigencia estatal.
Conforme las encuestas de Mas Data, Morena puede ganar la gubernatura, y si alguien esperaba que en la disputa de las candidaturas a gobernador, senadores y edil de la capital no hubiera roces, se equivocó. El partido de López Obrador, con un piso electoral de 600 mil votantes, puede conquistar Casa Puebla si tiene buenos candidatos. Y buenos candidatos significa potencial electoral y dinero para gastar en la campaña.
Pero hará mal José Juan en engancharse con el mal recibimiento que le dieron Biestro y Rodrigo Abdala. Como recién llegado, le toca entenderse con las tribus del lopezobradorismo en Puebla que se identifican con la dirigencia de Biestro, Fernando Jara —el concuño de AMLO— y el grupo de Bartlett representado por el diputado federal.
Es cierto: nadie le dio garantías al edil de San Pedro Cholula de que tiene la candidatura asegurada. Eso dependerá de su talento, posicionamiento, pero sobre todo de la dirección que quiera tomar López Obrador: el sectarismo sin victorias o el pragmatismo de alianzas necesarias que le asegure el triunfo en 2018.