En la vida siempre hay que tener un Plan B, y el perredismo morenovallista tiene uno ante el intrincado juego de traiciones que enfrenta la conformación de una coalición PAN-PRD, bloqueada desde el albiazul vía Felipe Calderón Hinojosa a través de la senadora Adriana Dávila, y en el Sol Azteca por Héctor Bautista de ADN. Si no hay acuerdo y los bloqueos permanecen, ese plan B se llama Candidatura Común, esa polémica figura que permite una alianza flexible de partidos. En la construcción de ese Plan B se ha embarcado el régimen con la celebración de un Consejo Estatal convocado con muchas flaquezas jurídicas, pero el único camino político para desbloquear el empantanamiento en todos los frentes.
Si esa sesión de Consejo prospera este día en la ex Hacienda de Chautla, abrirá el camino para la postulación de Tony Gali dando un rodeo a los obstáculos colocados por el enemigo del régimen. La posibilidad de la candidatura común, incluso, se ve favorecida por el calendario electoral. Mientras que el 23 de febrero vence el plazo para registrar una coalición electoral, el plazo de la candidatura común va del 14 al 20 de marzo. Casi un mes más tarde.
En realidad, el gran protagonista del desaguisado es Luis Miguel Barbosa, quien adoptó como jefe a Moreno Valle durante el tiempo que le convino, a quien ahora desecha en pos de asegurarse la candidatura de la izquierda poblana en 2018. Se equivoca quien piensa que el senador, como ha ocurrido antes, se va a ablandar con argumentos sólidos. El problema es otro: a Barbosa le interesa congraciarse con Andrés Manuel López Obrador para que el tabasqueño lo designe, en dos años, abanderado de Morena, lo cual atraería a MC, PRD y PT en un amplio frente de izquierda con posibilidades de llegar a Casa Puebla.
El gobernador poblano sabe el juego de Barbosa, pero no hay peor esfuerzo que el que no se hace. En un último intento para llegar a un acuerdo, llevó al senador a una gira por Tehuacán para inaugurar obras en una escuela, y al final, lo invitó a tomarse un café en los portales. Ahí, en La Lonja, por más de cuarenta minutos, y con el diputado Sergio Gómez Olivier en una mesa aledaña, Moreno Valle y Barbosa discutieron el pliego de negociación. Al terminar, cada uno abordó su camioneta y se ignora si el clavo ardiendo dio resultados.
Barbosa no olvida los agravios y hoy los está cobrando. Sabe perfectamente que, sin tentarse el corazón, el morenovallismo se alió a Nueva Izquierda para quitarle el control del PRD poblano, misión que fue asignada a Luis Maldonado Venegas y a su segundo de abordo, Jorge Cruz Bermúdez. Aunque fueron invertidos cientos de millones de pesos y desde la SGG se ordenó una afiliación masiva a funcionarios públicos, no lograron arrebatarle el control. El consejo Estatal se quedó con mayoría de barbosistas agrupados en torno al Frente de Izquierda Progresista. Aunque en ese momento Barbosa no se dio por aludido y siguió comiendo de la mano del gobernador, las bases para un futuro choque estaban sentadas.
Trágicamente, los perredistas poblanos supieron defender mejor su partido que los panistas tradicionales. Mientras los albiazules fueron lanzados con la modificación mañosa del padrón de militantes, en el Sol Azteca sí resistieron los intentos de infiltración. Es cierto que hay perredistas-morenovallistas, pero no parecen tener mayoría en el Consejo.
¿Por qué aventurarse a realizar un Consejo Estatal que inevitablemente será impugnado jurídicamente? Sobre todo si se toma en cuenta que la política de alianzas es una facultad exclusiva del Consejo Nacional del PRD. Es decir, aunque este día se aprobará una coalición con el PAN, tal determinación no tendría peso jurídico, pues todavía se requeriría el aval del Consejo Nacional.
El objetivo de la sesión de este día, dicen las fuentes perredistas, es más sencillo: dejar establecido el método de designación de candidato con dos objetivos. Uno, bloquear el camino a Roxana Luna o a algún barbosista. Dos, abrir el camino a la designación de Tony Gali como candidato en asamblea universal, para así abrir la puerta a la firma de una Candidatura Común, cuyo aval -aparentemente- no es facultad del CEN perredista.
Al final, la llave la tiene Barbosa y es probable que el futuro de la coalición PAN-PRD se haya firmado en ese diálogo de cuarenta minutos en el restaurante La Lonja de Tehuacán, en donde Moreno Valle y el senador dialogaron largo y tendido. Si hubo acuerdo, los consejeros adheridos al FIP van a validar la Sesión de Consejo Estatal. Si no, con todo y guerra, van a dejar listo el camino para firmar una candidatura común.