Como la derrota siempre es huérfana, en el PRI poblano ya se adelantan a la repartición de culpas para exonerarse de su propio estercolero. Tanto los protagonistas de la campaña como aquellos liderazgos que se quedaron fuera de ella tienen previstos acusarse mutuamente de traidores. O sea, la noche de los cuchillos largos por adelantado.
Según Blanca, Estefan y Armenta —que no se atreven a decirlo en público y no se sabe si lo harán— la culpa de la derrota la tiene el presidente Enrique Peña Nieto y sus pactos inconfesables con Moreno Valle, operados a través de Miguel Ángel Osorio Chong.
Esta tesis la respalda directamente el delegado Rogelio Cerda, captado ayer en feo empine con el operador Eukid Castañón, en una fotografía publicada por el periodista Ricardo Morales de su cuenta de twitter.
Blanca sí fue engañada en Bucareli y enviada al matadero, pues el gobierno federal nunca operó en su favor ni le enviaron el dinero prometido. No apretaron a los medios y los delegados federales fueron figuras decorativas. Más o menos el mismo guión de Enrique Agüera en su derrota de 2013.
Los culpables no son ellos, sino la coyuntura previa al 2018 y el miedo a López Obrador. Tan obsceno fue el pacto que desde Bucareli se le ordenó expresamente a la candidata que no atacara a Moreno Valle, y la instrucción fue ratificada por Rosario Robles, la operadora para Puebla.
Hace una semana, incluso Estefan Chidiac dio una pista de su enojo al señalar a la PGR de omisa por no actuar con prontitud respecto del supuesto espionaje. Hasta a la procuradora Arely Gómez le tundió.
En el PRI poblano hay mucho enojo con el gobierno federal, pero no puede expresarlo en público.
Como el triunvirato de la derrota no puede señalar al presidente, ni al inminente candidato presidencial Osorio Chong, no tiene más remedio que repartir culpas entre los propios y los ajenos.
Los propios son Juan Carlos Lastiri, Enrique Doger, Juan Manuel Vega Rayet y Guillermo Deloya. Son los traidores que no movieron un dedo a favor de la candidata.
Los ajenos son los operadores morenovallistas que los arrollaron en el esquema de la Elección de Estado.
En el gobierno federal hay una sola historia: Blanca Alcalá resultó una pésima candidata y Estefan Chidiac un dirigente de caricatura.
Le entregaron una contienda empatada después de 2015 y en cuestión de semanas cayeron 11 puntos.
El desplome es su culpa y de nadie más.
De plano, les cerraron la puerta porque estaban cansados de sus peticiones absurdas, quejidos y acusaciones.
La candidata se equivocó al subir a Marín y ya no pudieron controlar el despeñadero.
Más o menos en esa tesis coinciden los Lastiri, Doger y Deloya, quienes ya arman el discurso de contrataque a los señalamientos de traición.
Lastiri no iba a dejar su subsecretaría en Sedatu, Doger recibió la delegación del IMSS como negociación y Deloya hizo lo que le pidieron. No era su campaña ni su responsabilidad.
¿Cómo se escribirá la historia?
¿Quién redactará la versión 2016 de La Visión de los Vencidos?
En el rompecabezas falta una pieza: Manlio Fabio Beltrones tiene su propia versión y su verdad dependerá del tamaño de la derrota.
Aunque Blanca pidió la cabeza del delegado Cerda para traer a una senadora mexiquense, Beltrones ratificó al regio para tener un espía que informara de todos los movimientos.
¿A quién culpará el sonorense? ¿Se va a ir hacia arriba o hacia abajo?
Si gana las nueve gubernaturas que prometió, seguirá en la carrera presidencial y guardará las formas.
Si gana menos de las nueve gubernaturas y queda fuera de la sucesión, entonces podrá señalar a los traidores del gobierno federal.
¡Qué nervios!