En medio de su guerra de lodo y en la recta final de la campaña, no he escuchado a ninguno de los candidatos punteros hablar de los problemas reales de Puebla.
Ni Gali ni Alcalá, por ejemplo, se han pronunciado por la crisis productiva en el sector automotriz poblano provocada por el Dieselgate de Volkswagen.
Como se esperaba, la planta de Cuautlancingo ya llegó a un punto crítico y así lo anunció ayer el Consejo Directivo a los 9 mil agremiados del SITIAVW a través de dos sesiones informativas.
El boletín enviado por la empresa luce tranquilizador, lleno de eufemismos como “se dio a conocer a la plantilla información de primera mano sobre la situación actual de la compañía, así como los retos de ésta a futuro”… “hizo énfasis en el compromiso por conservar la estabilidad del empleo y las perspectivas que a mediano plazo se tienen”… “encontrar las mejores soluciones que permitan hacer frente a los desafíos presentes”.
En la realidad, las sesiones informativas en la planta estuvieron llenas de terribles noticias para la base sindical, pues la empresa anunció que ya agotaron todas las medidas para proteger al empleo de base. Llegaron al hueso y ya no hay más margen.
Recurrieron a despedir a los empleados eventuales —sólo quedan 75—, 600 jubilaciones anticipadas y paros técnicos disfrazados de vacaciones, fines de semana largos, modificaciones a las líneas de producción.
Pero ya no hay más, y ahora van sobre los empleados sindicalizados. Es decir, la fuerza laboral va a terminar pagando los desmanes del Dieselgate, tal como se esperaba.
Los directivos le piden al sindicato su cooperación para “flexibilizar” las jornadas laborales y evitar despidos. No lo dijeron, pero entre los sindicalizados se rumora que presentarán la propuesta del banco de horas, una medida que siempre se ha rechazado pero ahora tendrán que aceptar.
Hubo tensión, pues los representantes del SITIAVW afirmaron que no van a dar marcha atrás a logros del contrato colectivo y mucho menos que se toquen las prestaciones.
En la planta de VW se gesta una guerra, pues los directivos han decidido que los empleados paguen los saldos del escándalo que se detonó en Estados Unidos a finales de septiembre de 2015.
Las cifras de producción están de su lado, especialmente el desplome en la exportación.
No hay fecha para que la situación mejore en el corto plazo, quizá en el mediano. Aunque VW propuso al Departamento de Justicia de EU un acuerdo que incluye el reembolso de 5 mil dólares a cada uno de los 600 mil compradores de coches TDI, así como asumir los gastos de reparación y modificaciones al motor, el acuerdo no se ha firmado, por lo que todavía hay la posibilidad de un juicio multimillonario.
Las afectaciones comerciales en Norteamérica —a dónde van los coches que se producen en la planta poblana— son brutales, pues han perdido del 20 al 30 % del volumen de ventas.
Los directivos de VW de México ya se quitaron la máscara: van por los sindicalizados y reducir los beneficios del contrato colectivo de trabajo. “Flexibilizar” lo llaman, pero los directivos no sacrifican sus bonos.
En Alemania, 30 mil obreros de Volkswagen ya salieron a marchar.
Todo lo narrado aquí implica solamente a la planta. ¿Qué está pasando en la cadena de proveedurías? ¿Cuál es el futuro del sector automotriz en los próximos 5 años que, por lo menos, durarán los efectos del Dieselgate?
Volkswagen y el sector automotriz se incendian, mientras Blanca y Gali siguen llenándose de lodo.
**** No fue reunión de evaluación, sino de motivación. Manlio Fabio Beltrones trajo santos óleos para decirle adiós al priismo poblano que todavía cree en el milagro.
El presidente nacional del partidazo no repartió mamporros contra el morenovallismo, pues desde Los Pinos le han prohibido mencionar el nombre de Moreno Valle.
Repartió abrazos, condolencias, miradas tristes a un enfermo terminal que ya tiene fecha para su velorio.
Algunos esperaban a un sonorense aguerrido, que por fuera se plantara en pie de guerra, y al interior reactivara emocionalmente a un ejército desvalido
Ni lo uno, ni lo otro.
En la conferencia de prensa, donde fue blindado para no escuchar ni responder preguntas sobre las irregularidades patrimoniales de la candidata, no lanzó consignas, y se limitó a reconocer que no van a presentar ninguna encuesta de aquí al final de la campaña.
(No han presentado, ni presentarán, porque no hay una empresa que les dé ventaja, y tampoco que avale la absurda hipótesis del empate técnico).
Eso sí, trajo a su compadrito Gamboa que estaba bien escondido para que asuma su responsabilidad.
Si él la impulsó, él que la pague.