En la parte baja de la carrera por la minigubernatura parece que no pasa nada, pero una tragedia se gesta luego de que Roxana Luna Porquillo se fue al último lugar, superada marginalmente por Ana Teresa Aranda de acuerdo con la Quinta Encuesta del Termómetro Electoral MAS DATA/CAMBIO. El error histórico de Agustín Basave de bloquear una alianza con Acción Nacional va a provocar que el PRD sea el partido menos votado en el proceso electoral poblano, y oficialmente Morena se convertirá en la tercera fuerza política de la entidad.
El desfonde del PRD es dramático: en 2010 y 2013 ganó. Pero la traición de Luis Miguel Barbosa al morenovallismo, un favor para su patrón Emilio Gamboa, condenó al PRD poblano a un fracaso de magnitudes históricas. La alianza contra natura de la corriente barbosista con la tribu ADN parió la candidatura de Roxana Luna cuyo objetivo era quitarle votos a Antonio Gali Fayad y hacer morder el polvo a Moreno Valle para destruir su carrera presidencial.
Hacerle el trabajo sucio al Revolucionario Institucional, sin embargo, los hizo perder de vista su verdadero problema: el crecimiento de Morena rumbo al 2018 como partido dominante de la izquierda. Pese a que se trata de un candidato mediocre incapaz de conectar con las clases medias, el académico Abraham Quiroz disfruta un envidiable 10 % de la preferencia efectiva, y eso que prácticamente no tiene presencia mediática.
Como ya ocurre en otras entidades como Veracruz y Oaxaca, donde los candidatos de Morena se convirtieron en opciones reales capaces de desafiar al PRI y a las coaliciones PAN-PRD, si en Puebla tuvieran un candidato más atractivo que Abraham Quiroz, Morena ya estaría desbancando a Blanca Alcalá del segundo lugar en la contienda. Sin perfil carismático, el halo de López Obrador garantiza un voto duro del 10 %.
Si Abraham Quiroz tiene un sólido tercer lugar del que ya no se va a mover, el último sitio de la carrera se lo disputan Roxana Luna y Ana Teresa Aranda. La batalla no es frívola, especialmente para la perredista.
La Doña ya ganó logrando la candidatura y teniendo oportunidad de golpetear a Gali en el debate del 12 de mayo. Si al final obtiene 3 o 5 o 7 puntos porcentuales, nadie se lo va a festejar, y si cae abajo del 3, tampoco nadie se lo va a reclamar. De alguna forma, hizo historia al convertirse en la primera candidata independiente. Y no va a pasar de ahí, pues ya está demostrado que no le roba votos a Gali, sino a Blanca. No despierta ningún entusiasmo extra salvo en los rafafóbicos que representan exactamente el 3.3 % del electorado.
El drama es de Roxana Luna. En términos números, su 3.1 % de intención equivalen a 62 mil votos, menos todavía de lo que el PRD obtuvo en 2015. Ana Tere anda en los 66 mil votos, con lo que llegaría al cuarto lugar.
¿Y qué es lo terrible para el PRD?
Que en teoría, el Sol Azteca se independizó del morenovallismo para demostrar que podía competir solo. Por lo menos ese fue el discurso de Barbosa, Socorro Quezada, Cotoñeto y todos los operadores (conscientes o inconscientes) de Emilio Gamboa.
Y si lograron su independencia, de momento tiene resultados terribles, pues se encuentran a 7 puntos de Morena, y Ana Tere ya los rebasó. Si no revierten, van a llegar a 2018 despedazados, y le habrán dado la razón histórica el morenovallismo.
Roxana Luna no parece entender que sus performances no le dan votos, sino que se los quitan. Desde que empezó el proceso, ha duplicado sus negativos que pasaron de 6 a 11 puntos: entre más la conocen los poblanos, más la rechazan. Se puede ir olvidando de su senaduría. Como sus negativos crecen, la intención de voto que arrancó en 4.7 se cayó a 3.1 %. En vez de subir, tiende a bajar. Tampoco le da mucha ayuda que traiga de guarura personal al senador Luis Sánchez, quien de plano se vino a vivir a Puebla casi casi de chaperón.
Pegarle a Gali o a Moreno Valle no le da votos a Roxana. Su reserva de votos anida en los simpatizantes del tricolor decepcionados de Blanca. Pero la perredista no quiere abrir los ojos: la mandaron a cumplir la misión de golpetear, y va a golpear, aunque eso signifique terminar en último lugar de la carrera para burla del morenovallismo.