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Minutos después de terminar el tradicional festival de la matanza de chivos en Tehuacán que da inicio a la temporada de mole de caderas, el alcalde priista de Ajalpan, Gustavo Lara Torres no cabía en sí: en presencia del gobernador Rafael Moreno Valle, el edil capitalino Antonio Gali le tomó protesta como presidente de una asociación fantasmal de presidentes municipales denominada Organización Democrática de Alcaldes de Puebla AC (Odapac) y lo adhirió formalmente a su estructura rumbo a la disputa por la mini. Fue un acto puro y duro de traición a su partido. Pero no fue el único: también tomaron protesta en el CIS de Tehuacán Luis Alberto Flores Rodríguez, edil priista de Santiago Miahuatlán y Araceli Celestino Rojas, alcaldesa de Coyomeapan.
Lara Torres, sin embargo, ayer fue bajado violentamente de su nube y probó, de nueva cuenta, la realidad que ha ignorado por meses en su municipio. Un proceso de descomposición que ayer explotó cuando una turba enardecida revivió los horrores de Canoa 47 años después. Una turba que linchó y quemó vivos a dos sujetos a quienes acusaron de delincuentes, violadores y robachicos, pero en realidad parece que eran encuestadores de una empresa.
La Policía municipal los había detenido e ingresado a los separos de la cárcel municipal, pero los pobladores los sacaron con lujo de violencia para después molerlos a golpes, machetearlos, y frente al Palacio Municipal, prenderles fuego entre gritos guerreros de ¡A huevo!, mientras jóvenes enmascarados con pañuelos y cascos danzaban macabramente festejando el horror provocado, como se ve en los videos que retratan la desgracia.
¿Qué está pasando en la realidad de Puebla? ¿Antes ola de feminicidios y ahora ola de linchamientos? ¿Cuántas olas más podemos aguantar los poblanos?
Ayer mismo hubo un intento de linchamiento en la junta auxiliar de La Resurrección tras la detención de un presunto asaltante. Antier, luego de un accidente automovilístico en San Martín Texmelucan, San Cristóbal Tepatlaxco, hubo otra tentativa de hacer justicia con la propia mano que dejó como saldo una patrulla y una motocicleta quemada, dos policías heridos, así como dos reporteros agredidos, entre ellos nuestro corresponsal Héctor Tenorio.
Pero hay una lluvia de casos. Hace una semana, en San Marcos Necoxtla, comunidad del municipio de Tehuacán, policías municipales rescataron a un sujeto acusado de violar a una menor, luego de que pobladores lo golpearon y quisieron prenderle fuego. Afortunadamente, a diferencia del caso ocurrido en Ajalpan, no lo lograron, pero el saldo fueron siete patrullas con vidrios destrozados y con abolladuras en la carrocería, además de siete elementos policiacos heridos, dos de ellos mujeres, que se encuentran hospitalizados.
La ola de linchamientos continúa cuando el pasado 6 de octubre unos 300 habitantes del municipio de Altepexi, quemaron una camioneta y saquearon un negocio del alcalde Lorenzo Reyes Mariano, además de destruir una patrulla y una cantina, luego de que policías municipales lograron rescatar al supuesto ladrón de una motocicleta. El edil regresó a la comunidad y lo atribuyó a un asunto político, pues la agresión fue incentivada por un ex rival que milita en el PSI.
Muy reciente, también, lo que ocurrió el 27 de septiembre en la comunidad de Cohuecán, donde una muchedumbre torturó, macheteó y colgó a dos presuntos secuestradores. Un horror absoluto. De acuerdo con información de la Policía Estatal, los dos linchados eran vecinos del estado de Morelos y respondían a los nombres de Daniel Aguilar España, del municipio de Amayuca, y José Vargas Villanueva de Jantetelco, quienes fueron torturados y macheteados, además de que a Daniel Aguilar lo colgaron de un árbol.
Según la versión de algunos pobladores, los dos sujetos pretendieron secuestrar a una menor de 15 años, quien se resistió y logró huir para dar aviso a sus familiares, quienes informaron a sus vecinos y emprendieron su búsqueda, según reportó nuestra corresponsal Yessica Ayala para CAMBIO regional.
¿Qué sigue?
De acuerdo con un recuento del portal e-consulta, en los últimos 12 meses se contabilizan, hasta los hechos de Cohuecán, 21 intentos de linchamiento, dos de ellos exitosos. Habrá que sumar los de San Martín, Necoxtla, Altepexi, La Resurreción y Ajalpan. Son ya 26 intentos de linchamiento en un año, y en tres de ellos los supuestos delincuentes fueron ajusticiados.
En la realidad regional de Puebla algo oscuro se mueve y nadie da la cara. Menos los alcaldes como Gustavo Lara Torres, más preocupados por hacer grilla con Gali y Moreno Valle que en el fenómeno de inseguridad que ayer, bárbaramente, encontró salida con la muerte horrenda de dos muchachos que, en realidad, parece que eran encuestadores. El horror de Canoa otra vez, a cuarenta y siete años de distancia.