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Lunes, 20 Abril 2015 12:39

Cuauh nunca quiso firmar a Nike o Adidas y se quedó con Concord

Nike y Adidas buscaron por más de 10 años —en diferentes etapas— fichar a Cuauhtémoc Blanco. “No” era la respuesta de siempre. Empresas que facturan más de 30,000 millones de dólares al año, que otorgan proyección internacional, que construyen superestrellas con comerciales dirigidos por directores de cine jamás convencieron al último ídolo del futbol mexicano a que llevara su calzado.


Y no convencer a Blanco no es cualquier cosa. México es un gran territorio para las marcas deportivas, por ejemplo, en el 2010 durante el Mundial de Sudáfrica —donde estuvo presente el futbolista—, la playera del Tri se ubicó como una de las cinco más vendidas en el mundo.

Concord es la marca de zapatos que ha mantenido una relación con Blanco desde hace más de 20 años. ¿Por qué?, porque fue la primera empresa que lo patrocinó en calzado y con un acuerdo económico. “Soy leal”, dice él, en un video de la compañía guanajuatense en Youtube.

Cuauhtémoc ganó en salarios más de 10 millones de dólares en su trayectoria, pero de acuerdo con la consultora Mxsports, sus ingresos no llegaron a más del doble de lo que percibía en los clubes debido a que no tuvo un buen desarrollo como producto comercial.

“No dudo que las grandes compañías no le hayan ofrecido contratos, pero también Cuauhtémoc es un tipo muy noble, por eso nunca ha cambiado su marca de zapatos que le pagó por primera vez un patrocinio (Concord)”, comenta Hussein Forzán, fundador y mánager creativo de la Agencia PMKT.

Para Alejandro Rojas, asesor legal especialista en proyectos de marketing deportivo, otro de los motivos por el cual no fue un imán de las empresas es que “tiene poco que comunicar, no es visualmente atractivo y tampoco ha destacado por tener un discurso fluido ni una simpatía arrolladora”.

 “No te tengo miedo”; “El balón está conmigo, es mi amigo”; “Mis guantes son mi escudo, me protegen”; “Yo soy un buen arquero”; “¡Te puedo detener, Cuauhtémoc!”... Todo iba bien hasta que Cuauhtémoc Blanco abrió la puerta de aquel salón y todos se echaron a llorar una vez más. Ésta es la escena de un comercial de la cerveza Budweiser previo al Mundial del 2002. El jugador mexicano, que esta semana se retira definitivamente como futbolista profesional, apenas tuvo una participación de cuatro segundos en el spot que casi dura poco más de un minuto.

“Yo te puedo decir que para Cuauhtémoc el dinero no lo es todo, ni lo más importante”, dice Hussein Forzán, y es verdad, por ejemplo militó en Lobos BUAP, un club que le ofreció menos de 400,000 dólares anuales, cuando está acostumbrado a ganar casi cinco veces más.

Blanco nunca tuvo un contrato millonario con empresas deportivas trasnacionales importantes tipo Adidas, Nike, Puma u otras (porque no quiso). “Tampoco es que a él le importe, el futbol le ha dado mucho”, dice Hussein Forzán. Pese a no ser un futbolista que haya sido proclive a firmar ostentosos contratos con sponsors, algunos han sido un éxito, como el de Budweiser o el de Pepsi, donde aparece con Francisco Palencia y Luis Hernández, o el de la discusión que tiene con Pelé por llevar la playera número ocho en un comercial del banco Santander.

Además, de acuerdo con los prototipos de imagen para una marca, Blanco no representa al chico bueno, fuera de polémicas, con fluidez al hablar. Es, según Alejandro Rojas, “una persona que representa la rebeldía, la ira contenida, la picardía de un sector predominantemente urbano”.

De acuerdo con cifras de la Asociación de Jugadores de la MLS, Forbes México y Mxsports los ingresos en salarios durante su trayectoria profesional fueron por al menos 10 millones de dólares, siendo su contrato más importante el que firmó en Estados Unidos con Chicago Fire (5.6 millones de dólares).

A esa cantidad hay que sumarle al menos otros tres o cuatro más de sus contratos más importantes con compañías como Pepsi y Budweiser, para un total de 14 millones lo que recaudó en su etapa de futbolista.

En un evento de Concord, Blanco expuso que su relación inició porque su compañero del América, Joaquín del Olmo, lo recomendó a Juan Carlos Sánchez, director general de la empresa, “y así empezó poco a poco, había quien usaba los zapatos pero le quitaban el logo, yo no. Para mí es importante la lealtad”.

Y también Cuauhtémoc nunca ha dejado Concord porque le consiente, le hicieron una edición especial para cuando jugó en Valladolid, España, o en Chicago Fire, Estados Unidos, o para el Mundial de Sudáfrica 2010 le dieron 16 pares de zapatos para que se llevara.

“Cuando una persona tiene 90% del tiempo el ceño fruncido es difícil hablar de un punto de vista positivo a nivel de marketing; veremos qué pasa ahora que tenga que incursionar al terreno del marketing político”, dice el especialista Alejandro Rojas.

En alguna ocasión el futbol derrotó al marketing (o al menos a quien lo representaba). Durante el Juego de Estrellas de la MLS del 2008, al minuto 26 David Beckham, el futbolista más rentable de todos los tiempos, dio un servicio detrás de media cancha a Blanco, quien levantó el balón, y antes de dejarlo caer dio un pase de taquito a un compañero, mientras el estadio emitía un sonido de asombro y alabanza: “¡Ooooohh!”. La jugada terminó en anotación. Luego al minuto 42, el mexicano recibió un pase al borde del área y con un recorte hizo que su oponente cayera y desde una esquina colgó hasta la otra, en el ángulo, un gol que corearon todos. Ese día fue elegido como el Jugador Más Valioso del partido, y Beckham, que facturó 500 millones de dólares en Estados Unidos, pasó a segundo término.

Fuente: El Economista