Monday, 02 de December de 2024

Plagian en Iguala a joven dos meses después del caso Ayotzinapa

Domingo, 07 Diciembre 2014 11:40
Seis días antes de su desaparición, por tierra y por aire tres divisiones (Gendarmería, Fuerzas Federales y Científica), representadas por cientos de uniformados, iluminaron en la noche y sin previo aviso las arterias de Iguala. Por más de dos horas las luces de las patrullas tenían la misión de alumbrar hasta las zonas más violentas de la ciudad guerrerense y el gran estruendo de las sirenas y de los helicópteros que sobrevolaban los convoyes silenciaron por completo el bullicio popular.



Ni la “lluvia de estrellas”—como la Policía Federal denominó a este gran operativo que sólo se ha desplegado en contadas ocasiones en México para inyectar confianza en poblaciones sumamente desprotegidas y en sitios en los que no existe autoridad alguna, como después de una catástrofe natural o en el caso de Iguala, donde en una misma noche desaparecieron 43 estudiantes y seis fueron asesinados— impidió que los criminales continuaran operando en este territorio.



Valen gorro, no sirve para nada que haya federales”, recriminó Javier Chávez, ante los manifestantes del 1 de diciembre, en Iguala, pues hacía menos de una semana su hijo también había desaparecido.



A plena luz del día, en la avenida Vicente Guerrero, una de las más importantes de Iguala, porque sobre ésta se ubica el Palacio Municipal, a Ezequiel Chávez Adán, de 18 años, lo secuestraron cuatro hombres entre los escasos 20 metros que separan a su casa de la tienda, a donde pretendía dirigirse para comprar algo.



Los criminales, según versiones que una vecina compartió con Javier Chávez, subieron al joven en una camioneta blanca.



Cerca del lugar del secuestro de Ezequiel, a tan sólo 15 minutos de distancia, también los peritos de la Procuraduría General de la República (PGR) llevan trabajando más de dos semanas para desenterrar a los cuerpos de las fosas, pero como si en Iguala siguiera imperando la ley de los delincuentes, a este joven estudiante lo desaparecieron frente a varios testigos.



A Ezequiel Chávez se lo llevaron justo el mismo día que se cumplían dos meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, el pasado 26 de noviembre, y entre las horas en las que miles de mexicanos saldrían a las calles a protestar, incluido Iguala, para que regresen con vida los 43 jóvenes.



Don Javier Chávez, papá de Ezequiel, tomó un autobús del municipio de Taxco a Iguala, de donde es originario, luego de que ya eran demasiadas horas las que llevaba sin saber de su hijo.



Una vez que llegó al cuarto que renta Ezequiel, pagado con el dinero que por las mañanas junta el estudiante de preparatoria vendiendo yogur, se paró frente a la puerta y lo que de inmediato le llamó la atención fue que el joven hubiera olvidado el celular. Ese detalle para don Javier significaba la mayor prueba de que su hijo, al salir, no tenía planeado tardar.



El primer sitio al que acudió don Javier para pedir ayuda, al enterarse del secuestro de Ezequiel fue a la parroquia de San Gerardo, ubicada en el centro de Iguala, recinto en el que cientos de familiares que, como él, como los padres de los normalistas, han sufrido la desaparición de un hijo y que ahí han llegado para implorar apoyo a las organizaciones civiles y autoridades federales para que les ayuden a encontrarlos.



A diez días del secuestro de Ezequiel Chávez, don Javier ha tocado todas las puertas posibles para poder recuperar con vida a su hijo. Ya fue a levantar sendas denuncias al Ministerio Público de Iguala, a la PGR y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Es más, llevó hasta las manos de las autoridades el celular de su hijo para que tal vez así pudieran rastrear las llamadas y hallar un indicio de su paradero.



Y es que don Javier no está dispuesto a perder el tiempo, porque mientras más transcurren las horas sin saber de Ezequiel, teme que vayan aumentando las posibilidades de que le hagan daño o que el crimen organizado se lo lleve a la sierra como esclavo de siembras de droga, como mucho se rumora llega a suceder con los jóvenes desaparecidos en Guerrero.



“Espero que mi muchacho regrese para poder cumplir sus sueños”, dijo un afligido don Javier a Excélsior.



Uno de los mayores sueños del joven Ezequiel Chávez es que después de su graduación en la preparatoria 32, de la Universidad Autónoma de Guerrero, poder ingresar a la Unidad Académica de Ciencias de la Tierra, de Taxco, para regresar a lado de su familia y estudiar geología. Su gran pasión desde niño siempre fue el estudio de la tierra.



El próximo martes, don Javier volverá a reunirse con la autoridades y acudirá a la parroquia de San Gerardo con la esperanza de que ya existan pistas para localizar con vida a su muchacho, y mientras tanto, junto con él, en ese espacio católico, estarán otras familias, pero totalmente desgastadas por los años que llevan en espera de sus hijos, sin resultados.



A diferencia del caso de don Javier, los familiares de los otros desaparecidos mucho dejó de importarles incluir entre sus peticiones hacia las autoridades la palabra “vida”, ellos se conforman con poder recuperar a los suyos por ahora entre los 21 cuerpos hallados en las fosas de Iguala y que en las últimas dos semanas han sido trasladados por peritos federales hasta la Ciudad de México, al Servicio Médico Forense de la PGR, para tratar de devolverles la identidad.



“Audacia y transparencia”



El subsecretario de Relaciones Exteriores, Juan Manuel Gómez Robledo, habló del caso Ayotzinapa con la prensa internacional:



Afirmó que la investigación en el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa se ha manejado con “audacia, absoluta apertura y transparencia”.



En una entrevista con el diario británico The Telegraph aseguró que “la manera en que el gobierno ha manejado la situación no tiene comparación”.



Reconoció que ha habido manifestaciones cada semana “pero yo diría que como sucede en otras partes del mundo, las protestas están vinculadas a otras demandas sociales”.

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