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Mientras la Coordinadora Nacional (CNTE) puso contra las cuerdas al gobierno federal y a la vez pudo expandirse en 22 estados gracias a un plantón sustentado en 30 mil maestros de Oaxaca, Guerrero y Michoacán, el millón de maestros del SNTE y sus 60 secciones en todo el país fueron convidados de piedra en la gran batalla por la reforma educativa. El miedo de Juan Díaz Torre y los dirigentes seccionales a sufrir un destino semejante al de Elba Esther Gordillo se impuso, y antes que defender sus derechos laborales, decidieron asumir una postura conservadora y realinearse a la Restauración Tricolor. El pacto fue sellado ayer en el Estado de México. Con la bendición del presidente Peña Nieto, Bansefi y el SNTE firmaron un acuerdo para refinanciar créditos a los docentes con tasas preferenciales. El mexiquense, a un costo altísimo, ha logrado concretar el primer gran objetivo político de su gobierno: reconducir al gremio magisterial a la órbita electoral del PRI.
El precio pagado fue alto porque, al deshabilitar el protagonismo del interlocutor legal de la relación laboral con la SEP y cederlo a la CNTE, provocaron su expansión a estados donde no existía: muchos agremiados del SNTE se sumaron a la Coordinadora porque era los únicos en pie de guerra para defender los derechos laborales. Expertos en estirar la liga, al final lograron bastantes prebendas, e incluso el compromiso firmado por Luis Miranda, subsecretario de Gobernación, de que aquellos que reprueben las evaluaciones no perderán su plaza docente. Una negociación inaudita que indigno a varios sectores.
Pero la Reforma Educativa tenía un fondo político-electoral: el castigo a los miembros del SNTE que siguieron a Elba Esther Gordillo en la aventura de traicionar al PRI en el 2000 y 2006, y luego conformar su propio partido político —Nueva Alianza—, la única organización gremial con uno propio. “La Maestra” pagó su pecado con la cárcel. Y los maestros con un nuevo estatuto del Servicio Profesional Docente que, en teoría, puede privarlos de sus plazas laborales si no acreditan las evaluaciones.
El círculo se cierra con la nueva centralización de los fondos educativos, aprobada en la Reforma Hacendaria, por lo que el FAEB desaparece para que la Federación asuma el pago de la nómina magisterial en todo el país con cargo a cada entidad federativa. Con ello, los gobernadores ya no podrán influir en la vocación política del magisterio ni seducirlos con montones de dinero para apoyar a sus candidatos o a otros partidos. La única puerta que tiene el SNTE ahora para negociar se llama Emilio Chuayffet, y en lo posterior, con el siguiente titular de la SEP. Pero se acabaron las dobles negociaciones contractuales.
Ahora, políticamente el magisterio depende de Juan Díaz Torre, quien se asume como empleado de Osorio Chong. Su instrumento de participación política, el Panal, ha sido desinfectado de la herencia gordillista. Administrativamente la SEP federal retoma el control de la carrera magisterial y financieramente los pagos saldrán de Hacienda. En otras palabras, el magisterio depende por completo nuevamente de la Federación como ocurría antes de la descentralización salinista de los 90. Para tener horas y nombramiento, los maestros tendrán que regresar al DF a hacer filas. Los gobernadores no tendrán elementos de control sobre sus secciones sindicales pues su única interlocución será la del líder nacional del SNTE con el secretario de Gobernación.
Los gobernadores, por supuesto, están que trinan ante la perspectiva de perder el control de las secciones sindicales. Los del PRI no tienen otra que apechugar porque la orden de devolver al magisterio a la órbita de control de la Federación es una decisión de Estado de Peña Nieto para evitar futuras traiciones del SNTE en 2015 y 2018.
La apropiación de Nueva Alianza por parte de Miguel Ángel Osorio y la ejecución política de Mónica Arriola forman parte de la restauración del viejo Estado Corporativo cuyo punto culminante es el retorno del magisterio como base electoral del PRI en las batallas de 2015 por ganar la mayoría absoluta en San Lázaro y mantener la presidencia en 2018. En el corto plazo, el Panal conformará una coalición electoral con el PRI y con el PVEM. En el largo, el partido magisterial podría desaparecer para que el SNTE vuelva a convertirse en la piedra angular de la vieja CNOP, como lo era antes de la expulsión de Elba Esther Gordillo del tricolor en 2004. Finalmente, el Panal dejará de responder a los intereses de los gobernadores allá y acullá para atender solamente los designios de Bucareli.
Los docentes, antes que ser docentes, desde la perspectiva del PRI son eficientes operadores electorales que deben volver al redil de la Federación. Las reformas educativa y hacendaria son los instrumentos para apretarlos. Es su cuota de sangre por traicionar, mientras que el cerebro Elba Esther Gordillo paga en la cárcel todos los días.