Sunday, 19 de May de 2024


En mal momento, los pleitos del PAN




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En los albores de la Independencia de nuestro país, dos corrientes ideológicas prevalecieron en esa lucha: la conservadora y la liberal o progresista.

Esas mismas tomaron parte en la guerra de Reforma y más tarde en la Revolución Mexicana.

 

 

Con el andar del tiempo, liberales y conservadores conformaron los dos partidos históricos de este país: el Revolucionario Institucional y Acción Nacional, herederos de los progresistas y de los conservadores de siempre.

 

 

A principios del siglo XX, surgió la llamada izquierda, representada por el Partido Comunista Mexicano, que fue evolucionando hasta llegar a ser el Partido de la Revolución Democrática, que se ha dividido, como ocurre casi siempre en la izquierda y ahora varias de las corrientes izquierdistas, conforman nuevos partidos o están en proceso de hacerlo.

 

 

Los partidos políticos han tenido siempre problemas internos en México y en el mundo, pero en el caso del partido Acción Nacional, en México, las cosas han llegado a límites absurdos.

 

 

Doce años en el poder, dos sexenios, bastaron al PAN, que se consideraba modelo de civilidad política, para sufrir una descomposición tal, que pone en peligro a una de las fuerzas políticas tradicionales de este país.

 

 

El PAN de Ernesto Cordero, de Javier Lozano Alarcón y de su jefe Felipe Calderón Hinojosa, no tiene nada que ver con el PAN de Manuel Gómez Morín, de Rafael Preciado Hernández, de Efraín González Luna, de José González Torres, de José Ángel Conchello, que en diferentes épocas fueron figuras dentro del llamado partido de la derecha.

 

 

Fueron gente que luchaba por ideales y que a pesar de que casi no obtenían triunfos en las urnas, persistían en su participación política, que consideraban un deber para con la patria.

 

 

Manuel Gómez Morín, el fundador del PAN en 1939, dejó en su primer discurso una frase que luego fue adoptada como lema del Acción Nacional: “Por una patria ordenada y generosa”, frase que con los pleitos que los panistas se traen ahora, ya la echaron por la borda.

 

 

Y el pleito de los actuales miembros de la cúpula blanquiazul, no se debe a cuestiones ideológicas, sino al control de los más de 200 millones de pesos, que como fracción en el Senado, le corresponden a Acción Nacional.

 

 

Este pleito de comadres ha degradado ante la opinión pública el prestigio de los panistas, que empezaron a perder cuando fueron invadidos por empresarios derechistas afiliados a la Coparmex, en los años ochenta, aunque electoralmente les convino pues obtuvieron importantes triunfos, hasta conquistar la Presidencia de la República en el año 2000 y mantenerla, con muchas dificultades, hasta el 2012. Doce años de gobiernos desastrosos que dejaron un tiradero del que muy difícilmente podrá arreglarse en un sexenio.

 

 

Es increíble que los panistas cristianos, honestos y respetuosos de la ley, hayan caído en lo que están ahora, en una lucha de odios y rencores por el poder y por el dinero.

 

 

El problema para ellos es que este año, concretamente en la primera semana del mes de julio, ya en puerta, se llevarán a cabo elecciones para renovar ayuntamientos, congresos locales y una gubernatura,la de Baja California, en la que han estado 24 años y que ahora pueden perder. Catorce estados de la república renovarán sus autoridades locales y el PAN, como ya tenía tiempo de no ocurrir, se presenta con una gran desventaja, derivada de la confrontación de su cúpula conformada por verdaderos adolescentes políticos.

 

 

La guerra sucia no para

 

 

Aunque la guerra sucia no para y los actores políticos siguen empeñados en continuarla, lo cierto es que hasta ellos, los políticos, ya se han percatado de que es una forma de lucha política que disgusta a los electores en la mayoría de los casos.

 

 

Los participantes en este tipo de luchas, se insultan, se agreden e incluyen incluso a sus seres queridos.

 

 

Las discusiones no se centran en los proyectos y programas políticos y de obras que cada uno tiene, sino en una competencia absurda de ver quien es más corrupto, quien ha robado más en los puestos públicos que ha desempeñado.

 

 

Al principio, cuando el PAN era el PAN original, la que ahora se llama guerra sucia, sería considerada como denuncia de la corrupción existente en el país, gobernado por un solo partido, el Revolucionario Institucional, pero ahora, que el pueblo ha visto en sus gobiernos municipales, estatales y el federal a priistas, panistas y perredistas, esa denuncia se vuelve guerra, pues los tres principales partidos, PRI, PAN y PRD, han estado en el poder y han demostrado que, ya instalados ahí, todos son iguales, o peores.

 

 

Por lo menos en Puebla, se logró que el debate entre los tres aspirantes a la presidencia municipal de la capital, Enrique Agüera, Antonio Gali y Miguel Angel Ceballos, aunque no haya sido debate propiamente dicho, se desarrolló en un ambiente de respeto, sin agresiones verbales y sin denuncias por acciones no probadas.

 

 

 

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