Esto, al realizar una histórica compra de 100 toneladas del metal, en el primer trimestre de 2011.
Dicha adquisición se hizo de una manera tan discreta, sin anuncios ni comunicado alguno de parte del Instituto Central, que parecía como si quisiera que nadie lo notase. En su momento, en este blog criticamos esa actitud del Banxico, al tiempo que reconocimos que se trataba de una de los pocas decisiones acertadas que había tomado, desde el inicio de la crisis global en 2008.
Más tarde sin embargo, gracias a Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, pudimos revelar en 2012, que gran parte de ese mérito quedaba diluido, pues casi el total del oro que se supone forma parte de los activos de Reserva de nuestro banco central (alrededor de 126 toneladas en ese momento), era mexicano solo en el papel: más del 94% está en Londres, Inglaterra; menos del 1% en Estados Unidos y alrededor del 5% en territorio nacional.
No solo eso. La Auditoría Superior de la Federación le “jaló las orejas” a la institución que gobierna Agustín Carstens, pues al revisar la Cuenta Pública de 2011 detectó que nunca había realizado siquiera una mínima inspección física de las 100 toneladas supuestamente compradas ese año y resguardadas por el Banco de Inglaterra. En otras palabras, que Banxico había adquirido puro “oro” imaginario, pues no se verificó la existencia de los lingotes.
Hoy sabemos además que la operación se efectuó a través de otro intermediario, el Banco de Pagos Internacionales (BIS), que de manera sospechosa le solicitó al Banxico en abril pasado, no revelar ninguna información concerniente a las operaciones de la cuenta de oro que le administra. Le pidió que fuera cien por ciento “confidencial”.
En fin. A todas esas malas noticias hoy debemos sumar que Banco de México acumuló en agosto pasado, un mes más de continuas ventas de sus reservas de oro, con los que suman ya 16 meses consecutivos.
En total, entre mayo de 2012 y agosto 2013, Banxico ha enajenado más de 60 mil onzas áureas, equivalentes a casi 1.9 toneladas.
Eso significa que de las apenas seis toneladas que teníamos en territorio nacional, ya solo quedan poco más de cuatro, y en total, contando el “oro” en papel, menos de 124 toneladas.
Para decirlo con claridad, ya liquidamos la tercera parte del único oro que realmente poseemos, mientras seguimos sin reclamar la entrega de las 120 toneladas que nadie ha visto, y que el Banco de Inglaterra le dijo al Banco de Pagos Internacionales que a su vez informara a Banxico, que los tiene en sus bóvedas en Londres. Vaya cuento por el que además, pagamos por la custodia.
En agosto la cantidad liquidada por Banxico según datos del Fondo Monetario Internacional, ascendió a más de tres mil onzas. En dicho mes, el precio promedio fue de 1,347.1 dólares (London PM Fix) la onza.
Cabe recordar que el precio del oro a nivel internacional, comenzó un ciclo de corrección (baja) a partir de septiembre de 2011, después de alcanzar su máximo histórico de 1,923.70 dólares por onza.
Eso quiere decir que como banco central, Banxico ha resultado ser un pésimo inversor, pues además de tener apenas 3 por ciento de sus reservas totales en oro, de manera inexplicable decidió comenzar malbaratar sus pocas tenencias físicas –por las que no paga costos de almacenamiento, a precios más bajos, en lugar de reforzar su posición material adquiriendo el activo refugio para aprovechar su abaratamiento.
Banco de México va así en sentido contrario al de homólogos “no alineados” como el de Rusia y Kazajistán, que llevan ya 11 meses expandiendo sus reservas. El primero sumó 12.7 toneladas en agosto, para totalizar 1,015.5 toneladas del metal; el segundo, agregó 2.5 toneladas para un total de 134.5.
Si nuestro Instituto Central continúa con su política de mantener una amplia mayoría de sus reservas en dólares y bonos del Tesoro estadounidense, por agradar a nuestros vecinos o por la razón que sea, la realidad es que ese error lo pagaremos muy caro.
Pese a las especulaciones de si la Reserva Federal (Fed) recortará los “estímulos” monetarios consistentes en imprimir 85 mil millones de dólares para inyectarlos a la economía, lo cierto –como ya se demostró en su reunión del Comité de Mercado de Abierto de septiembre, es que no lo puede hacer.
Si quita ese alfiler a la economía de Estados Unidos, la llegada de una nueva e inevitable recesión se aceleraría.
Eso quiere decir que la Fed, continuará liderando la “guerra de divisas” que debería ser mejor conocida como “el juego de la devaluación”, en que los países están compitiendo para quitar valor a sus divisas imprimiendo billetes, para ganar “competitividad”.
Como ve, es una pésima idea seguir acumulando “reservas” que en realidad no son tales, pues su tendencia imparable es a valer cada día menos. Esa, es una colosal diferencia con el oro que, justo gracias a esa impresión masiva de divisas alrededor del mundo, recobrará con gran fuerza su mercado alcista luego de este “descanso”, y llegará muy por encima de su récord histórico vigente. Doctor Carstens, es momento de corregir los errores.