Luis Miguel Barbosa Huerta ocupa a un exiliado guatemalteco y vinculado a la guerrilla de ese país como vocero de su candidatura a Casa Puebla por la coalición Morena-PT-PES.
Carlos Figueroa Ibarra, un exiliado de Guatemala que dejó su país a causa de la guerrilla y por las amenazas de muerte que recibió, es el vocero del candidato a gobernador por la coalición Juntos Haremos Historia, cuyas opiniones políticas podrían transgredir el artículo 33 constitucional.
El 29 de abril fue presentado por el aspirante a Casa Puebla como uno de los dos encargados de responder cuestionamientos, emitir pronunciamientos sobre temas que aquejan al abanderado y quien dejó de aparecer en conferencias de prensa desde el 21 de mayo cuando exhibió las 32 propiedades ‘ocultas’ de Enrique Doger.
Figueroa nació en Guatemala el 5 de agosto de 1952, pero a los dos años dejó aquel país exiliado con su padre, Carlos Alberto Figueroa, por el derrocamiento del gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán.
Artículo 33 podría expulsarlo del país
No fue sino hasta septiembre de 1958 que su familia regresó a Guatemala y vivió hasta 1970 cuando sus padres, Carlos Alberto Figueroa y Edna Ibarra de Figueroa, lo enviaron a estudiar sociología en la UNAM.
En octubre de 1979 dijo ser víctima de amenazas de muerte por el Ejército Secreto Anticomunista y el 20 de abril de 1980 salió al exilio, pues se dijo perseguido político junto a tres compañeros que fueron asesinados por el ejército.
El actual vocero de Miguel Barbosa Huerta regresó a Guatemala a mediados de 1992 para presentar un libro sobre terrorismo de estado, cuando su destierro habría terminado. Figueroa se dice guatemalteco mexicano, pero desde el 21 de mayo no se le ha visto como vocero de campaña del candidato a gobernador de Puebla.
Según su autobiografía, Carlos Figueroa es profesor investigador de la BUAP desde 1980 y desde abril de 2008 es coordinador del Posgrado de Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades ‘Alfonso Vélez Pliego’.
En su blog personal, el vocero de Barbosa escribió “voy varias veces a Guatemala y he terminado por convertirme en un guatemalteco mexicano. Mi acento al hablar es un híbrido entre mexicano y guatemalteco aun cuando en los momentos en que hablo con guatemaltecos o mexicanos se me hace más manifiesta una u otra manera de hablar”.
Berenice Martínez / @bereymar