Friday, 22 de November de 2024


El cambio morenovallista o el pasado marinista: de eso se trata esta elección




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El periodismo poblano volvió a quedar mal en 2013, como en el 2010. En la campaña por la gubernatura fue por sus excesos, y en esta ocasión, por su prudencia para no comprometer posturas. La mayoría de los opinadores locales decidieron pasar por alto la evidencia estadística

El próximo domingo a las 8 pm, cuando presentemos a nuestros lectores el resultado de la encuesta de salida CAMBIO/Mas Data en una transmisión especial de #NosotroslosTroles a través del portal de esta casa editorial que arrancará desde las 8 de la mañana con cortes informativos cada hora, culminaremos un esfuerzo periodístico que buscó dar un sentido diferente a una campaña caracterizada por la guerra sucia, capaz de darle certidumbre tanto a la medición de las preferencias electorales a través de un tracking diario, así como al seguimiento puntual de cada una de las promesas de los dos candidatos punteros a la alcaldía, y que cualquiera que sea el ganador, se verá obligado a cumplir como medida de su eficacia en la gestión de Puebla. Inadmisible resulta la postura de muchos periodistas y encuestadores que prefieren usar la fórmula oportunista de que “cualquier cosa puede pasar” el próximo domingo. Las tendencias son claras a lo largo de la campaña y desde CAMBIO las hemos ofrecido de forma transparente.

 

 

El pronóstico electoral es que a nivel estatal, la coalición morenovallista “Puebla Unida” ganará por lo menos 20 de los 26 distritos electorales, con lo que asegurará la mayoría en el Congreso local y dará viabilidad al segundo tramo del sexenio. Se trata en realidad del objetivo prioritario del régimen: refrendar la mayoría legislativa y evitar convertirse en un rehén del PRI, así como del gobierno federal. Los números indican que incluso podrían igualar la marca marinista del 2007 con un increíble 25-1. La mesa está servida.

 

 

En el caso de la alcaldía poblana, la mayoría de los periodistas y encuestadores se refugia en el acomodaticio pronóstico de “la elección cerradísima”, “el domingo todo puede pasar” y el “empate técnico que no da ventaja a nadie”. Líder de la oportunista postura es el encuestador Rodolfo Rivera Pacheco, quien cita “encuestas serias que no fueron publicadas” —él mismo dejó de publicar sin mediar explicación a sus lectores— y se prepara ante otro fracaso de sus estudios diciendo que tanto puede ganar el uno, como el otro. Oportunista, claro, porque si gana Agüera se ufanará de que siempre lo dijo, y si Gali gana, pues igual. Cree que de esa forma garantiza el poco prestigio que le queda a su firma del BEAP, pese a que solamente publicó en el origen de la campaña un sondeo que le daba ventaja de 7 puntos al ex rector de la BUAP.

 

 

La misma postura bipolar asumen periodistas como Alejandro Mondragón, que en su Twitter un día lo mismo dice que habrá madriza de “Puebla Unida” al PRI-PVEM, que al otro afirma que la elección está cerradísima y Agüera todavía puede ganar. ¿Cuál es la hipótesis válida? Así, si gana uno dirá que él lo advirtió antes que nadie, y si gana el otro, que él también lo dijo. Vaya forma más oportunista de no perder.

 

 

Por supuesto que nada es seguro, solamente la muerte. Pero los hechos periodísticos que ofrecimos a lo largo de los dos meses indican que Antonio Gali Fayad tiene una tendencia a su favor que respaldan encuestadoras locales y nacionales. La ventaja que señalan va de los 7 puntos a los 13 que dio Mas Data y Reforma. Por el contrario, Enrique Agüera no pudo presentar una sola encuesta local o nacional que le diera ventaja. ¿Sobre qué base puede hablarse de una elección cerrada o empatadísima? ¿Cuáles son las evidencias?

 

 

El periodismo poblano volvió a quedar mal en 2013, como en el 2010. En la campaña por la gubernatura fue por sus excesos, y en esta ocasión, por su prudencia para no comprometer posturas. La mayoría de los opinadores locales decidieron pasar por alto la evidencia estadística. Por supuesto, no se trata de generar cargadas o algo parecido, pero cómo explicarán a sus lectores su yerro si en verdad Gali gana por una ventaja de 10 puntos. Será interesante ver el salto en el aire para leer como justifican el paso de la “elección cerradísima” a la “amplia victoria”.

 

 

El periodismo, si no busca verdades, sí quiere certezas. Nuestra cobertura estuvo dirigida a dárselas a nuestros lectores. A través del #Ofertómetro llevamos un registro puntual de las promesas electorales de ambos candidatos. Antonio Gali Fayad lanzó 111 propuestas, de las que aproximadamente 75 por ciento de ellas novedosas y 25 por ciento ya se encuentran en el catálogo del gobierno municipal. Su rival del PRI-PVEM hizo 90 ofertas en sus actos de campaña. El objetivo del #Ofertómetro es que el ganador se vea obligado a cumplirlas, y sus compromisos no queden en el olvido o a su buena fe.

 

 

Lo último que queda es incentivar a la gente a salir a votar para que el abstencionismo no gane, y el porcentaje de participación supere el 50 por ciento, aunque se ve difícil. Los partidos políticos y sus candidatos no abonaron con tanta guerra sucia, porque al final prevalece la idea de que ganará el menos peor y no el mejor. De confirmarse ese 50 por ciento de participación, 2 millones de poblanos en todo el estado, y de ellos 580 mil en la capital, decidirán si refrendan su apoyo al morenovallismo o dan un viraje para regresar a los brazos del PRI. Al final, fue el único eje claro de la elección: continuidad del cambio que representa Moreno Valle o el regreso al pasado marinista. Y de las tendencias, parece que una mayoría de poblanos se inclinará por continuar en los brazos del morenovallismo.

 

 

 

 

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