La coalición “Puebla Unida” tendrá en la próxima legislatura un total de 26 diputados, de los que 22 serán de mayoría y cuatro de representación proporcional; la coalición “5 de Mayo” (PRI-PVEM) tendrá un total de nueve diputados, de los que cuatro serán de mayoría y cinco de representación proporcional.
Otros partidos que tendrán representantes en el Congreso estatal son: el PT, Movimiento Ciudadano y el PSI, con dos representantes cada uno.
Entre los municipios más importantes ganados por el PRI, sólo están Tehuacán, Ciudad Serdán, Tepeaca y Ajalpan.
Aunque en 2010 el PRI perdió la gubernatura del estado, nunca le había ido tan mal como ahora.
La mixteca poblana, que siempre había sido priista, ahora quedó distribuida entre varios partidos opositores al PRI, quienes ganaron los principales municipios de la zona como Acatlán, Izúcar de Matamoros, Chiautla, Chietla y otros.
Nos comentan que las decisiones tomadas desde la cúpula partidista estatal provocaron divisiones que ya no pudieron recomponerse, y además nadie lo intentó.
Lo mismo pasó en la Sierra Norte del estado, donde el PRI perdió municipios tan importantes como Zacatlán, Teziutlán, Huauchinango, Xicotepec de Juárez, o sea, las principales ciudades de esa zona.
¿Cómo pudo perder el PRI una región que controló totalmente desde 1929 hasta 2010?
Desde que el Revolucionario Institucional perdió la presidencia de la república, empezó la descomposición priista. Acostumbrados a acatar, digámoslo elegantemente, “institucionalmente” las órdenes del “señor presidente”, esa disciplina lacayuna empezó a relajarse y empezaron a ser cuestionadas las decisiones de las dirigencias nacional y local, sobre todo en lo relativo a la imposición de candidatos.
Los gobiernos estatales empezaron a tomar fuerza y se conformaron grupos dispuestos a mantener el poder por lo menos, decían, tres décadas.
Esos grupos, una especie de tribus perredistas, entraron en conflicto y provocaron el “chapulinismo” como es conocido el salto de un partido a otro para alcanzar una candidatura.
La poca ideologización que había ya en las filas priistas se perdió y de pronto el liberalismo juarista, el nacionalismo revolucionario, dejaron de existir desdibujado por un derechismo panista ya también muy suavizado, excepción de los grupos duros de ese partido, compuestos por organizaciones sectarias, como El Yunque, que empezaron a ser hostilizadas dentro de su propio partido.
La pérdida de la gubernatura del estado por una coalición encabezada por el PRI y el PRD y con un candidato formado en las filas del Revolucionario Institucional, fue la puntilla que acabó con el priismo tradicional.
En la elección que acaba de pasar, el descontento priista por la designación de candidatos hizo crisis y muchos aspirantes se pasaron a otros partidos para ser postulados para los puestos a los que aspiraban y así tenemos que muchos de los que fueron electos por la coalición “Puebla Unida”, Movimiento Ciudadano, Partido del Trabajo y Partido de Integración Social, como presidentes municipales o diputados, hace sólo unos meses formaban parte del PRI.
Las campañas fueron las peor organizadas en la historia del priismo. Los candidatos se quejaron de falta de recursos y de poca atención de parte de quienes deberían apoyarlos. No hubo una estrategia definida para esta lucha.
Los dirigentes estaban concentrados en el municipio capital del estado y dejaron abandonado al resto. Las consecuencias de esto fue la derrota más estrepitosa en la historia del priismo local.
Piden nueva dirigencia
Para varios de los priistas con quienes platicamos ayer, demandar el cambio de dirigencia estatal del PRI, no resuelve nada. El problema no es de la dirigencia, sino de una descomposición general del partido.
El PRI poblano ha perdido todo: ideología, disciplina, unidad, estructura y organización. Todo eso se puso de manifiesto en las elecciones que acaban de pasar. Simplemente, fue arrasado.
No necesita parchecitos, sino una cirugía mayor. Se requieren líderes que no tiene; se necesita estructura fuerte, que no tiene; se necesita organización, que ya tampoco tiene.
La recomposición priista, según varios de sus militantes, debe empezar pero ya, después de que se haga un diagnóstico serio, objetivo y responsable de la situación en que actualmente se encuentra ese partido. Hay que empezar desde abajo, sin protagonismos, lo que es muy difícil, y sin intereses personales o de grupo.
Hay que entender lo que está pasando con el PRI en Puebla hablando con la verdad, por dolorosa que esta sea, nos dice un apesadumbrado amigo que ha sido priista toda su vida.
“No podemos, quienes todavía creemos en el liberalismo, en la revolución, que esto ya se acabó. Claro, se requiere mucho trabajo, mucha dedicación, sin egoísmos y sin protagonismos.
”El PRI nunca había estado en una situación tan difícil, tan dramática como ahora, pero parece que muchos de mis compañeros no han tomado consciencia de lo que está pasando. Después de esta derrota, si no hacemos algo por salvar al partido, podremos decir que esto se acabó y es que la formación priista de obediencia absoluta a los dictados de los líderes y gobernantes, no nos permitió evolucionar, hacernos gente grande, madura, responsable. Somos adolescentes mentales, que no podemos evolucionar porque estamos acostumbrados a vivir protegidos y acatando las disposiciones de papá gobierno.
”Ya ni siquiera podemos decir que cambiamos o nos cambian, porque ya nos están cambiando. Es necesario conformar un partido de ciudadanos libres, responsables, con derechos pero también con obligaciones. Un partido con nueva estructura desde la base, con ideología, con pleno conocimiento de nuestra historia nacional y regional. Si no luchamos por eso, seguiremos por el camino que ahora se nos ha trazado: un partido de mercenarios, que no dan un paso, sin un peso”.