Friday, 22 de November de 2024


La manzana que Dios prohibió comer a Adán y a Eva




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No debería ocurrir pero con frecuencia el periodista poblano tiende a inclinarse en las campañas políticas por uno u otro candidato o por uno u otro partido político, creyendo que los lectores no se dan cuenta de su desliz. Error. Lo mismo ocurre con quienes desde las redacciones se convierten en defensores a ultranza del gobernador y con quienes desde las letras le tunden duro y sabroso. Equivocación.

Por supuesto que los lectores lo notan y son capaces de distinguir qué periodista le va a melón y cuál a sandía, quién come de la mano de don Rafael Moreno Valle y cuáles lo odian con odio jarocho (como solía decir el ratón Crispín). Lo ideal es mantenerse al margen de esas tentaciones y comportarse lo más verazmente posible; sin embargo, asumir tal postura se compara con la manzana que Dios prohibió comer a Adán y a Eva. Se cae en tentaciones.

 

 

El artículo de hoy no pretende señalar ni acusar ni satanizar a nadie, simplemente reflexiona en el rol del periodista y en lo que debería ser y hacer. Tiene cierto grado de dificultad desprenderse de esa costumbre o de esa seducción, de apasionarse por los colores de un partido político y de tomar bando. No es cosa fácil, sólo los periodistas lo entienden.

 

 

Siendo realistas, qué demonios nos interesa que Antonio Gali o Enrique Agüera se levanten con la victoria. O que lo haga el PRI, el PAN o el PRD. O que sus discípulos a diputados y presidentes ganen o pierdan. La simpatía y el interés no son razonamientos lógicos, tampoco el odio y el rencor que se le pueda tener a un mandatario que por hábito utiliza la fuerza excesiva contra sus detractores y que manipula a su antojo la ética y la moral de las instituciones en teoría independientes.

 

 

Las elecciones 2013 están en su recta final, y justamente en este momento tendríamos que entender que cada candidato y partido político tiene lo que merece en intención de voto y preferencia, pero también aceptar y subrayar que la guerra sucia, los golpes bajos y las trampas no son conductas exclusivas de los malos porque en una elección no hay buenos.

 

 

Informar que Rafael Moreno Valle se mantiene al margen de las elecciones es una vacilada, por supuesto que es falso; que él solito se ata las manos y se aísla de las campañas, por Dios, quién lo cree. Ningún mandatario estatal se desentiende de sus cámaras legislativas y de los municipios que gobierna. Una cosa es el discurso y otra la realidad. Si Enrique Peña Nieto no hace lo mismo será su problema y si no ayuda a su gente, su voluntad.

 

Parafraseando a Galileo concluyo: El interés y la pasión no deberían mover la voluntad del periodista, y sin embargo la mueven.

 

 

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